Revista de Arte Fragmento 5 No.5 | Page 8

Ligero M.N. Allen. Pensar que ocurre la vida perezosa, en el jardín de los despiertos venideros, sin disimulos, arrogante y enemiga. Cree estar triste y receloso, lascivo y egoísta, esquivo y errado, insatisfecho y muerto. No tener nada que seduzca al cuerpo frío, estar tan lleno y tan vacío, replicar aquello que no necesito, así insatisfecho de alguna o cualquier forma. Afantasmada está la tesitura de este hombre, displicente y suspicaz, engañoso y asesino. Despierto sin que importe el sueño propio, enemistado con el cuerpo suyo, con el alma suya, irritado y molesto, sentir y no saber qué siente, moribundo, manso, vivo y extraño. Respira aire porque solo aire hay, murmura porque su voz le sabe a nada, vive y desfallece si eso quiere. Cadencias de este sol en las sombras de su luz, silueta mezquina y misteriosa con su curva empobrecida indistinta, cansada, indiferente y agotada. Desalmado al no saber que siente, si es que sentir debería. Fútil al no entender los versos, si se escriben ya sin voz. Así sin nada porque nada quiere, así de vivo porque ya no muere, si la muerte algo le valiera, así etéreo como la ínma pluma azul, yergue el cuerpo deshilachado, los arboles corrigen la silvestre luz, usurero con ninguna inspiración, egoísta con la ajena voz, así ligero y sin cielo, irrisible con las dudas. Así de vivo por no estar muerto, así de vivo si vivo estoy