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urante los veranos de mis primeros años universitarios trabajé en una agencia
de empleos temporales. Básicamente me contrataron para reemplazar
empleados en diferentes compañías que se ausentaban por motivo de viaje o
maternidad. Mis tareas consistían en responder llamadas telefónicas, saludar clientes,
organizar archivos e ingresar información en formularios de computadora, entre otras.
A algunos esto puede parecerles aburrido, ¡pero a mí me fascino! ¡Soy dichosa haciendo
tareas aburridas y repetitivas!
Algo que aprendí de todos mis jefes fue lo siguiente: mientras yo cumpliera con el
trabajo y lo hiciera rápido, ellos estaban contentos. Importaba muy poco lo que
yo hiciera aparte del trabajo, siempre y cuando yo cumpliera con las tareas que me
asignaban en la oficina.
De modo que si yo empezaba a salir con amigos cada noche hasta la una de la mañana,
a mi jefe no le importaba, siempre y cuando eso no afectara mi trabajo. Si tenía muchos
seguidores en las redes sociales y me volvía adicta al teléfono, a mi jefe no le importaba
para nada, siempre y cuando yo pudiera cumplir con mi trabajo. En cambio, ¿puedo
decirte a quién sí le importaría todo esto? ¿Me permites decirte quién se enojaría si
todos esos cambios empezaran a suceder en este momento de mi vida? A mi esposo.
A mi esposo le importaría en gran manera que yo no llegue a casa para cenar con él y en
lugar de eso salga hasta tarde con mis amigos. A mi esposo le importaría en gran manera
que yo viva más cautivada en las redes sociales que pendiente de su atención. A mi esposo
le importaría todo eso porque yo no trabajo para él, sino que tengo una relación con él, una
relación exclusiva de pacto.
Pero ¿Qué tiene que ver esto con ser «cristiana»?
Porque nosotras no trabajamos para Dios, sino que estamos en una relación con Él, una
relación exclusiva de pacto, un pacto que va más allá de cumplir reglas.
Volverse cristiana no es como empezar un nuevo empleo en el que simplemente
cumples las tareas que Dios te asigna. Volverse cristiana es como casarse, es entrar en
una relación exclusiva de pacto con un esposo al que le importa tu corazón para con Él
y tu unión con Él, más que cualquier otra cosa.
Da una mirada a estas citas: (Is. 54:5-6: Os. 2:16; Ef. 5:31-32).
Cuando somos salvas por Jesús y empezamos a seguirle, no lo vemos como un jefe
que quiere que cumplamos con una actividad religiosa. Lo vemos como un esposo que
quiere nuestro corazón sin reservas. Y eso significa que cuando nuestras otras relaciones
no lo honran, tenemos un problema grave.
Me gustaría contarte más sobre este tema...
T e R ecomiendo L eer J oven V erdadera
• E ditorial P ortavoz •
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