En el plano interno, una de sus
principales promesas tiene que ver
con las reformas financieras para
evitar la nociva cercanía del poder
con los ‘chaebol’, aquellos
conglomerados industriales
controlados por clanes familiares
causantes de que la corrupción
salpicara a la Presidencia. Gobernará
en el centro de Seúl y no en la Casa
Azul, que se identifica con el
autoritarismo de las juntas militares
que gobernaron el país, y, por
supuesto, de la destituida Park, hija
del dictador Park Chung-hee.
La pregunta es hasta dónde irá el
ánimo conciliador de Moon y si
seguirá con él ante el próximo
lanzamiento de misil del díscolo
Kim. Pronto se sabrá.