Revista Chile País de Poetas 8° Edición Año 2020 | Page 24

Irina valoraba mucho que yo era la única opción en Juigalpa para que su hija Natalia aprendiera y se superara en el arte del dibujo y la pintura, pues en las escuelas el nivel en esta disciplina era muy bajo.Ella y yo teníamos el hábito de encontrarnos en el parque “Palo Solo”, lugar abundante en vegetación y donde disfrutábamos de la fresca sombra y de la intimidad de la conversación.En una ocasión nos dibujamos mutuamente.Aún conservo su retrato.

Pasé una semana en el hospital aliviado por el ventilador de Irina y recuperando peso con plátano frito, arroz, queso , frijoles y tortilla de maíz.

Luciano, mi hermano menor, llegó desde Chile para rescatarme de esa situación extrema y llevarme de regreso a mi patria.El me acompañó en los trámites del alta.Me ayudó a empacar las pocas cosas que tenía en la sencilla habitación que arrendaba.También me acompañó para despedirme de mis queridos hijos y estuvo presente en ese momento doloroso, cuando llorando abracé a mis más preciados tesoros por quienes había llegado al extremo de mis fuerzas,…a tocar fondo, a sumergirme en los pantanos del infierno.

Irina nos había invitado a su casa para despedirnos con un sencillo almuerzo.Llegamos caminando por calles de tierra hasta la colina donde se ubicaba.Llevábamos el ventilador y un regalo en dinero para compensar,en parte,la nobleza de ella.Irina no aceptó mi regalo.Una vez más me sorprendió. Almorzamos conversando de costumbres rusas, nicaragüenses y chilenas.

En el momento de la despedida, Luciano nos dejó solos un instante.Abracé a Irina y sentí por ella una mezcla de ternura,compasión y agradecimiento por su compañía hasta el final.

Caminando por las calles de Juigalpa, donde es común encontrarse con vacas, cerdos y gallinas sueltas.Y escuchar las rancheras mejicanas que algún vecino toca a todo volumen,Luciano y yo escuchamos también los primeros truenos y sentimos la frescura de las primeras gotas de la tan esperada lluvia.Fue como si la naturaleza tropical también se despedía de mi con una señal de esperanza ,o tal vez para recordarme que también tenía con ella un hermoso lazo de amor reflejado en los innumerables dibujos y en las pinturas de paisajes nicaraguenses que había hecho junto con mis alumnos, o en soledad, en medio de la alucinante belleza verde y salvaje.

Luciano me sacó bruscamente de mis recuerdos y ensoñaciones, diciéndome con su delicadeza de camionero:

-Weón!,…la rusa esta enamorá de voh!