Revista Casapalabras N° 36 Casapalabras N° 36 | Page 33
evocación
Inspiración en
Orihuela
nes en las que se encontraba en
prisión fueron tales, que cuando
murió, nadie se preocupó por ce-
rrarle los ojos.
La enfermedad, la desnutrición
y las represivas condiciones carce-
larias de la inmediata postguerra
acabaron con la vida del poeta y
dramaturgo español Miguel Her-
nández, y en este 2018 se cumplen
76 años de su deceso.
Hernández no quería ser ente-
rrado en el cementerio, pidió que su
carne y sus huesos queden en la tierra
como abono para la siembra, para la
vida. Dicen que algunos de los versos
de quien fue considerado uno de los
grandes modelos de la literatura es-
pañola del siglo XX y de la literatura
universal, fueron conservados por sus
carceleros, y otros, durante muchos
años, en las paredes de la cárcel.
Miguel Hernández nació el 30
de octubre de 1910 en Orihuela,
una ciudad eclesiástica y señorial,
rodeada de decenas de iglesias,
conventos y huertas, donde solo un
16% de la población estaba alfabe-
tizada. Los niños de aquella época
solo recibían un año de instrucción
en la escuela, luego se los prepara-
ba para trabajar en el campo, con el
resto de la familia.
La biografía del poeta español
ha estado marcada por la historia
en la que se desenvolvió su infancia
y adolescencia: en el campo, entre
el ganado y la repartición de leche;
también es conocido como un «po-
bre pastor de cabras que estuvo en
la guerra y que escribió poesía».
Lo cierto es que la tierra y la
naturaleza constituyeron parte fun-
damental en su vida, lo que luego
se vio reflejado en sus escritos. Ori-
huela era el lugar donde siempre
quería volver, ya sea para correr por
sus verdes prados o para treparse en
lo alto de un árbol.
«Su padre fue un hombre muy
autoritario y duro, entregado a su
labor de pastor y tratante de ca-
bras. La madre era más bien de ca-
rácter tímido y seco, se dedicaba a
los trabajos de su casa e intentaba
suavizar la actitud severa del padre
en las riñas familiares; también era
muy enfermiza. La familia estaba
compuesta por tres hermanos y tres
hermanas», señalan sus biógrafos.
Desde pequeño, Miguel apren-
dió a conducir el rebaño de su
padre por los campos y sierras de
Orihuela. La naturaleza, la luna, las
estrellas, la lluvia, los animales son
parte de sus primeras composicio-
nes poéticas.
Sólo el breve paréntesis de unos
años interrumpe esta vida, para
asistir a la Escuela del Ave María,
anexa al Colegio de Santo Domin-
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