ciones geográficas que puedan facilitar ciertas condiciones
más favorables de intercambio.
Antes de su independencia en el año de 1947 y en
décadas subsecuentes, la India se mantuvo en la periferia
de la economía y del comercio mundial, a pesar de su ex-
traordinaria fuerza de trabajo, principalmente ocupada en
trabajos agrícolas. Grandes restricciones a las importacio-
nes cerraban la posibilidad de entrada de productos extran-
jeros en India y grandes eran las limitaciones de iniciativas
emprendedoras que intentaban subsistir a la falta de ciertos
incentivos, que eran ahogadas por una fuerte burocracia im-
positiva e inconsecuente.
Los hindúes que lograban alcanzar una mejor edu-
cación y formación profesional abandonaron el país a me-
diados del siglo XX, buscando mejores oportunidades de
trabajo en el exterior y opciones de vida compatibles con
sus conocimientos y aspiraciones a mejores niveles de re-
muneración. Todavía en la década de los ochenta, la India
logra renovarse sustancialmente y promover un notable
cambio en la reglamentación de su economía. En menos de
veinte años la India ha cambiado de forma radical, pasan-
do a ocupar una posición de potencia mundial en el campo
económico, apoyada por transformaciones políticas, socia-
les y por su cultura milenaria que será objeto de nuestras
consideraciones.
De acuerdo al Banco Mundial, las tasas de crecimien-
to económico de la India en la última década han sido del
6,5% y 8% localizándole entre el grupo de países de más
rápido crecimiento en el mundo. El crecimiento económico
se vio reforzado por la alta prioridad que ha sido dada en
el campo de la educación, como ha ocurrido y ocurre hasta
hoy en China y Corea, situación antes observada en Japón.
Factores que no se han dado de igual forma en América La-
tina, después de la Segunda Guerra Mundial hasta la fecha,
la educación básica y superior, teórica, científica y técnica,
no recibió la misma prioridad de los gobiernos que en los
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