que en el mismo tiempo de labor, obtengan más productos.
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Del mismo modo, también a otras naciones les puede in-
teresar, que en ciertas ramas, sobre todo en aquellas en que por
el momento no se les exigen que produzcan mayores cantidades
de productos, de las que ahora producen, les pedirán a esas que
hagan ahorros de tiempos de trabajo y por tanto empleen menos
recursos humanos, y lo intentarán pues si se en sus instalaciones
se logra obtener la misma cantidad de producción de siempre,
pero buscando hacerlo con menor trabajo, pero en magnitudes
muy por debajo del que actualmente despliegan, (se pueden in-
troducir cambios en las f0TI11aSde hacer su labor los trabajado-
res), podrían entonces necesitarse menos mano de obra en esa
rama, y derivar las que fuerzas que allí ya no sean necesarias,
para que laboren en nuevas ramas u obras que se requieren crear.
En todos los casos, y si ya hemos dejado clarificado, que
todo producto contiene valor-trabajo invertido en las jornadas la-
bores, podemos admitir que toda elevación de la productividad
de trabajo, traerá más cantidad de bienes por jornada de labor,
haciendo que se reduzca la cantidad de valor de los productos por
unidad. De manera que se abaratan los productos y la gente podrá
tener más acceso a ellos.
Por otro lado, si sabemos que es la fuerza de trabajo y no
otro, como el único componente que en los procesos laborales es
capaz de crear valor y especialmente los nuevos valores por en-
cima de la cantidad de valor que posee, tendremos que aceptar
que, cualquier aumento del trabajo adicional creará más exce-
dente económico. De tal manera, las naciones que urgen aumen-
tar el nivel de excedente económico y los ritmos de crecimiento,
a partir de aumentos en la producción de bienes y de todo tipo,
procuraran se hagan esfuerzos adicionales en las jornadas labora-
les; pero también buscarán por todos los medios técnicos, reducir
el tiempo de trabajo necesario, de manera que en las jornadas la-
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Si en una fábrica de muebles, cada operario que ensambla sillas de
madera, utilizando herramientas manuales para atornillar,
sólo arma medio
centenar de sillas en 8 horas de trabajo; pero si a dicho trabajador se les entre-
gan destornilladores
eléctricos, podría armar hasta tres veces sillas más en la
misma jornada.
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