al gimnasio. Yo estoy enratonada pero ella no se da cuenta. Hija, pero
si tienes estrías en los muslos. Recuerda vestir bien, oler bien, sonreír
bien, sentarte bien, hablar bajito, decir por favor y gracias, ser dulce
con los ricos y amarga con los pobres.
Quizá si no fuera tan autodestructiva no tendría que andar
arrastrándome, pidiéndole al más idiota que me quiera.
No sé qué hacer con mi vida.
Carlos, Pablo. Cada uno más imbécil que el anterior.
No olvides que debes estar lo más buena posible. Media hora para
alisarte el cabello, media hora para depilarte, difícil la simetría en la
cresta púbica. Todas las noches cremas de albaricoque para mantener
la piel tersa y apetecible. Me acuerdo de que a los doce años empecé
a comer mucha clara de huevo. Según mi mamá la que tiene las tetas
pequeñas tiene poco futuro.
Lo bueno de la cocaína es que te mantiene f laca.
Dos hombres, dos abortos.
Al principio siempre raspa. Te dan ganas de estornudar, papel de lija
escalando las fosas nasales.
En las fiestas competencia de escotes. Las mujeres dando vueltas y
saltos o bailando, riéndonos a todo pulmón. A ver quién es la que grita
más fuerte, cuál de nosotras llama más la atención. Rímel y licra. Desde
su rincón los hombres beben y hablan mientras nos miran los culos.
Pero ya después no hay sensación. Entraste en la burbuja, te sientes en
calma.
No dejo el perico. Por ahora, no lo dejo.
Todo el mundo grita y las bolsas pasan de mano en mano. Hoy somos
el mejor amigo del que tiene más. Mandíbulas desencajadas, ojos
saltones. Una espesa nube de marihuana queda suspendida sobre la
sala. Nadie abre las ventanas. Esa voz que escuchas es la de Tom Zé.
Carlos decía que no sabía si era adicto porque era músico o si era músico
porque era adicto.
Muchas de nuestras rumbas más voladas las hacíamos en la casa de
playa de los papás de Maximiliano. Nuestro alto pana para todo lo
que se terciara. En casa de Maxi cualquier cosa era posible. Todos lo
adorábamos pero era imposibl H