Revista Cantera Dec. 2015 | Page 21

algo en esta imagen que me conmovió profundamente. Y entonces no podía saber que acabaría siendo profesor de bachillerato en el interior. II R elación de lecturas para un desencuentro anunciado: yo leía a Cortázar y a Benedetti, tú a Galeano y a Scorza; yo a Ludovico Silva, tú a Marta Harnecker (ninguno de los dos era asiduo a la Sagrada Familia: Marx, Engels, Lenín y el Ché, ¿viste?); donde dejaba caer un Viejo Topo sobreponías una revista El mueble y cuando opté por Casa y campo diste un extraño vuelco hacia Quimera (ambos detestábamos cordialmente Exceso y al gordo Ben Ami –¿Qué tengo flor?– Fihmann, que como mis padres también vivía en La Florida). Durante mi breve travesía mística por Fromm, Suzuki y Osho mantuviste tus pies bien puestos en la teología de la liberación, que propició un retorno transitorio al marxismo –gracias a una lectura tardía de los libros de Otto Maduro y Ernesto Cardenal– a través del Nuevo Testamento revisitado. Eran los tiempos de La última tentación de Cristo y ¿Quién mató a Roger Rabbitt?, y justo un año después sobrevino el apocalipsis del mundo socialista, desangrándose a través de un muro. Más libros hubo después, cientos y cientos de páginas, pero el fin de ese rincón de nuestra historia, pregonada prematuramente por un japonés llamado curiosamente Francis, quebró de alguna manera nuestra fe en la letra impresa y fue desplazando nuestro interés y atención hacia la televisión y el cine. Y la prensa diaria, leída y trabajada –por ti, yo nunca pude entrar a un medio, aunque tampoco hice un gran esfuerzo– reemplazando la teoría. ¿Y la praxis? Mala o sencillamente nula por lo que restó del siglo. Entonces Chávez. III ¿ Por qué nunca has visitado mi blog? Cuadernosdeserguei.blog. spot. Sé que no lo has hecho porque he dejado un rastro para ti que no ha sido olfateado ni seguido. He estado conspirando para que se dé algo probablemente inconveniente para ambos, e innecesario. Es cierto, cuando una enfermedad juvenil te ataca después de cierta edad –cincuenta, sí, sí– las consecuencias suelen ser lamentables. Y si Marlene lee esto me convendría estar muerto, o desaparecido. Fragmento del libro inédito Cinco novelas inconclusas y un cuento completo. Designfreebies Magazine • www.designfreebies.org • 21 21