REVISTA CANDÁS EN LA MEMORIA - Numero 8 Abril 2019 REVISTA NUMERO 8 CANDÁS EN LA MEMORIA | Page 26

Sobre el cuadro de Luís Gutierrez Tudela El mes de marzo del año 1232 se constata la primera cita documental a la caza de ballenas en Asturias en el puerto de “Entrelusa”, (pequeña cala situada en la costa de Carreño, al abrigo del islote de Entrellusa, en el término actual de la Ci- udad Residencial de Perlora). En la Carta Puebla otorgada en 1270 a los hombre de la Tierra de Valdés se menciona expresamente el “Puerto de Vallenación”, término que parece tener una clara referencia con la práctica ballenera en las cer- canías de la villa y el puerto de Luarca. De finales del siglo XIII, año de 1291, es un documento que confirma la existencia de dicha actividad en el litoral oriental asturiano, en el que figura la renta anual que se satisfacía a los monarcas castella- nos sobre la “ballenación de Turnada” topónimo que se identifica con la actual playa de Toranda, situada entre el cabu Prietu y la embocadura de la pequeña ría de Niembro (Barro, Llanes). Otros dos testimonios documentales pertene- cientes a la colección diplomática del mon- asterio de San Vicente de Oviedo reseñan los repartimientos de los beneficios obtenidos con la actividad ballenera en dos pequeños enclaves costeros de la zona central asturiana que es- taban bajo el dominio de ese importante centro monástico. Se trata del pequeño puerto d´Esta- zones (Villaviciosa), año 1294, y del lugar de Antromero (Bocines,Gozón), fechado en 1331. A partir de las primeras décadas del siglo XVI las fuentes documentales aportan abundantes referencias sobre las actividades balleneras en nues- tras costas, y durante la centuria siguiente comienzan a escasear sus capturas, lo que determinaría su abandono definitivo en los primeros años del siglo XVIII. En estos documentos aparecen mencionados la mayoría de los actuales puertos pesqueros astu- rianos en donde se practicó esta actividad. Así, de oriente a occidente figuran los de Llanes, Ribadesella, Lastres, Gijón, Candás, Luanco, Cudillero, San Pedro (Bocamar), Luarca, Puerto de Vega, Viavélez, y Tapia de Casariego, aunque es bastante probable que también se realizase en otros puntos del litoral, algunos ya conocidos anteriormente como Tazones y otros que aún conservan vestigios y recuerdos de su pasado ballenero: Cadavedo, Ortiguera... Du- rante el mismo periodo adquieren un destacado protagonismo los pescadores y balleneros vas- cos, principalmente guipuzcoanos, que al tenor de la documentación conocida monopolizarían casi en exclusiva la caza y comercialización de las ballenas a lo largo de toda la costa cantábri- ca. Esta actividad estaba totalmente organizada y ocupaba a un buen número de personas alta- mente especializadas, por lo que existía un tipo determinado de asociación o concierto denomi- nado compañía, de características muy similares en todo el Cantábrico. En un principio tan sólo participaban en ella empresarios, armadores y los propios pescadores, pero con el paso del tiempo las compañías pasaron a ser controladas por las poderosas cofradías y gremios del mar establecidos en cada puerto. En ellas quedaba fijada la contratación para realizar la caza de ballenas por temporadas o costeras concretas, la organización de dicha pesca y la regulación de las condiciones económicas de todos los que participaban en ella. La compañía también cu- 26 bría el servicio de vigilancia y localización de las