REVISTA CANDÁS EN LA MEMORIA numero 19 revista numero 19 | Page 26
TRADICIÓN
Es domingo, doce de abril. En la tele un clown
llamado Cucko le declara su amor a Eva Isanta
entregándole un corazón postizo, a la par que un
abrazo y un beso simulado de frenesí, para de
seguido sentarse sobre el regazo de Risto Mejide
y gesticularle arrullos y muecas halagadoras.
Tanto Eva como Risto son jurados del programa
Got Talent, y el mimo, en su papel, un fuera de
serie. El capítulo es repetido -por supuesto- para
carantoñas está la cosa. No quiero ponerme
sensiblero en exceso, así que le quito volumen
a la televisión y me acerco a la ventana. Miro al
monte Fuxa y me pregunto cuándo volverán los
abrazos y los besos con la familia y los amigos
¡Que ganas! Quién nos lo iba a decir que un
bichito imperceptible podría conseguir esto,
enclaustrarnos en casa y detener el mundo.
Me viene a la cabeza la atardecida de ayer. El
cielo plomizo, ceniciento, y prúa continuada;
diría que si los días pudieran enfermar éste
sería uno de ellos. Mi mujer apostada donde
yo estoy ahora, circunspecta, escudriñando
en los recuerdos, mientras espera inquieta
que lleguen las nueve de la noche y Onda
Peñes emita puntual La Salve marinera. Es
un momento inédito, improvisado la semana
anterior, pero el confinamiento obliga a ello. La
emisora coordinará el comienzo, poniendo a
la hora establecida la canción, y todos aquellos
que lo deseen pasarán a entonarla desde sus
ventanas o balcones. No habrá coro popular en
el rellano del Palacio, ni público en El Paseín,
ni traslado en procesión de la virgen enlutada
a la cofradía de marineros, pero no por ello
dejará de ser emotivo que el pueblo, debido a las
circunstancias, la cante desde sus casas con el
sentir profundo que surge del corazón.
Cuentan las crónicas que La Salve se incorporó
a la ceremonia religiosa del sábado santo en la
última década del siglo XIX. Que fueron treinta
y seis voces marineras, varoniles, las que por
primera vez la entonaron en el pueblo. Luego
el coro masculino se convirtió en mixto y con
el transcurrir de los años se empezó a cantar
Texto y fotografia
José Carlos Álvarez
también el domingo de Gloria durante El
Encuentro. Dicen también que a excepción de
los años de guerra civil nunca fue interrumpida
su celebración y de ahí que este año, debido a
esta extraña guerra que padecemos, la gente se
propusiera cantarla desde sus casas para que no
fuera de nuevo suspendida por una situación
aciaga. Define el diccionario que una tradición
consiste en la transmisión de costumbres, valores
o creencias que se mantienen de generación en
generación, y en esta ocasión, a las nueve de la
noche, nuestra tradición también se llevó a cabo.
De una manera diferente, no muy ortodoxa, pero
quizá sí muy conmovedora. Las circunstancias
impusieron.
Es domingo doce de abril y al menos la
mañana se encuentra despejada. Domingo
de Gloria. Día de Encuentro, de Salve y de
comida familiar. Mayi y yo nos vestimos de
fiesta para asomarnos a la ventana y celebrar
este segundo día de arraigo tradicional. La
comida familiar queda pospuesta, no queda
otra, el confinamiento obliga, pero a las doce
entonaremos La Salve y de seguido la canción
compuesta para un pueblo que nunca debió
dejar de cantarse: ‘Canción del Encuentro’. Toda
tradición tiene una fecha de inicio y quizá a
estas alturas, si no fuera por prejuicios obsoletos
y retrógrados que lo impidieron, la costumbre
de cantarla estuviera adquiriendo ya tintes de
convertirse en tradición, como en su andadura
previa a través de los ciento y muchos años se
convirtió La Salve.
Lo cortés no quita lo valiente
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