que vengan es un milagro. Nunca viene nadie porque
nos matamos». Finalmente deciden escaparse e ir
en autobús, donde se encuentran con la hermana
Michael, la directora del colegio católico al que van
las chicas, y deciden mentir sobre la pertenencia de
una maleta que hay en el autobús. El pánico a una
los clásicos tropos. ¿Hay una niña pija? Sí, pero a la
vez es un personaje repelente imprescindible como
némesis de las chicas. ¿Una figura de poder en el
colegio? Por supuesto, pero la hermana Michael
tiene algunas de las mejores frases y su ironía da voz
al espectador. Entonces, ¿cómo se aleja? Haciendo
cosas normales. En esta
britcom no hay tardes
en el centro comercial
comprando ropa a
ritmo de música pop ni
fiestas de almohadas
y sí atracones a azúcar
mientras se estudia
en grupo o se pasa la
noche en vela intentando
entender la diferencia
entre “rebelión” y
“sublevación”.
Mientras todos los
personajes principales
aparentan normalidad
y su comportamiento
se asemeja más a lo que
una puede recordar de
sus días en un colegio de
monjas, los personajes
secundarios se vuelven
excesivos. Para bien.
El running gag entre
el padre y el abuelo
de Erin, un desprecio
desproporcionado a un
complaciente yerno, o
los comportamientos
new age de su tía dan el
punto cómico a la vez
que contextualizan el
trasfondo sociopolítico.
La religión, fuente del
conflicto, está presente
a lo largo de toda la
temporada, cura con
pelazo incluído –aunque
nunca superará a Andrew
Scott en Fleabag– y está,
como todo en esta serie, porque tenía que estar,
porque estaba ahí, pero sin un peso desorbitado.
Ahora que la posibilidad de una nueva frontera entre
las dos irlandas está sobre la mesa, parece el momento
ideal para pasear por Derry. @
Comedias sobre la
adolescencia y la
transición hacia la
madurez hay muchas.
Sobre la normalización
de un conflicto violento,
no tantas.
maleta sin dueño termina por paralizar
el autobús y requerir los servicios de los
técnicos especialistas en desactivación
de artefactos explosivos. Este hecho,
que aquí se convierte en comedia, es
gracioso. Y es gracioso para gran parte
del público norirlandés porque podría
haber sido una situación real. Los que
hemos vivido una situación similar
como, por ejemplo, ser adolescente en
el Bilbao de finales de los noventa lo
sabemos.
El equilibrio entre el humor posible
tras el posconflicto y una serie de gags más propios
de una comedia adolescentes es lo que ha hecho que
triunfe a nivel global. Pero no hay que confundirse,
Derry Girls tampoco es una comedia de instituto al
uso y, de nuevo, la diferencia está en que rehúye de
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#37 09–10_2019
Cactus