Revista Cactus Cactus 37 | Page 45

que vengan es un milagro. Nunca viene nadie porque nos matamos». Finalmente deciden escaparse e ir en autobús, donde se encuentran con la hermana Michael, la directora del colegio católico al que van las chicas, y deciden mentir sobre la pertenencia de una maleta que hay en el autobús. El pánico a una los clásicos tropos. ¿Hay una niña pija? Sí, pero a la vez es un personaje repelente imprescindible como némesis de las chicas. ¿Una figura de poder en el colegio? Por supuesto, pero la hermana Michael tiene algunas de las mejores frases y su ironía da voz al espectador. Entonces, ¿cómo se aleja? Haciendo cosas normales. En esta britcom no hay tardes en el centro comercial comprando ropa a ritmo de música pop ni fiestas de almohadas y sí atracones a azúcar mientras se estudia en grupo o se pasa la noche en vela intentando entender la diferencia entre “rebelión” y “sublevación”. Mientras todos los personajes principales aparentan normalidad y su comportamiento se asemeja más a lo que una puede recordar de sus días en un colegio de monjas, los personajes secundarios se vuelven excesivos. Para bien. El running gag entre el padre y el abuelo de Erin, un desprecio desproporcionado a un complaciente yerno, o los comportamientos new age de su tía dan el punto cómico a la vez que contextualizan el trasfondo sociopolítico. La religión, fuente del conflicto, está presente a lo largo de toda la temporada, cura con pelazo incluído –aunque nunca superará a Andrew Scott en Fleabag– y está, como todo en esta serie, porque tenía que estar, porque estaba ahí, pero sin un peso desorbitado. Ahora que la posibilidad de una nueva frontera entre las dos irlandas está sobre la mesa, parece el momento ideal para pasear por Derry. @ Comedias sobre la adolescencia y la transición hacia la madurez hay muchas. Sobre la normalización de un conflicto violento, no tantas. maleta sin dueño termina por paralizar el autobús y requerir los servicios de los técnicos especialistas en desactivación de artefactos explosivos. Este hecho, que aquí se convierte en comedia, es gracioso. Y es gracioso para gran parte del público norirlandés porque podría haber sido una situación real. Los que hemos vivido una situación similar como, por ejemplo, ser adolescente en el Bilbao de finales de los noventa lo sabemos. El equilibrio entre el humor posible tras el posconflicto y una serie de gags más propios de una comedia adolescentes es lo que ha hecho que triunfe a nivel global. Pero no hay que confundirse, Derry Girls tampoco es una comedia de instituto al uso y, de nuevo, la diferencia está en que rehúye de 45 #37 09–10_2019 Cactus