Cactus
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TEXTO: KOLDO GUTIÉRREZ
Una oscura inmersión en la mente de un depredador sexual que trata de
justificar sus obsesiones y nos hace partícipes de su proceso mental gracias
a un fascinante juego de espejos.
E
ste verano, aparte de la listeriosis y
Neymar, uno de los temas centrales que
desgraciadamente han ocupado las noticias
casi cada día eran los casos de violación en grupo
en distintas ciudades de España. Con la cultura de
la violación cada vez más asentada en el imaginario
colectivo, parece imposible aportar algo nuevo a
este escabroso asunto sin caer en la banalización y
la violencia gratuita, por eso están surgiendo cada
vez voces más potentes que abogan directamente
por eliminar su representación en obras de ficción,
como si ocultar esta triste realidad fuera a provocar
que las agresiones sexuales fueran a dejar de existir.
La autora de cómics Nina Bunjevac no opina así y
Bezimena (Reservoir Books, 2019) es la demostración
palpable de que aún se puede aportar nuevas
perspectivas a un asunto tan manido y complejo que
nos ayuden a comprender qué pasa por la mente de
los depredadores.
Benny es un joven aparentemente normal. De
buena familia, con una correcta educación, no le
falta de nada, pero tiene una particularidad: mira a
las chicas de una manera muy extraña. En su cabeza
toman forma obsesiones innombrables, así que
decide recluirse trabajando en un zoo. Parece haber
logrado controlar sus impulsos hasta que un día se
encuentra con una antigua compañera del colegio, lo
que despierta sus instintos ocultos.
Bezimena es más un álbum ilustrado que un
tebeo al uso. Su narración en off es contada a modo
de leyenda, pero sus impactantes dibujos hablan por
sí solos. La autora emplea con maestría el blanco
y negro, el sombreado rayado y el puntillismo para
mostrarnos la oscuridad del relato. Su estilo gráfico
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#37 09–10_2019
EL PASO ENTRE
EL VOYERISMO
Y LA VIOLACIÓN