Cactus
guión trazado previamente parece no funcionar, él
improvisa y trata de ganarse la confianza del asesino,
como cuando trata de conectar con el sospechoso de
matar a una niña al demostrarle empatía diciendo:
«buf, es que ahora las niñas de doce años aparentan
catorce», la edad legal en ese estado para tener sexo
consentido. La frase deja patidifusos a los policías,
pero anima al interrogado a contar cosas que antes
había ocultado.
Su sistema se asemeja al de Rust Cohle en la
primera temporada de True Detective:
interrogatorios donde la manipulación
psicológica extrema sirve para arrancar
confesiones inesperadas. Holden Ford
es un Sherlock Holmes emocional, que
en vez de emplear sus herramientas
deductivas con las pruebas físicas
lo hace con las emociones y
comportamientos. Así actúa en una
memorable escena para averiguar
que su novia va a cortar con él, harta
de su actitud egoísta y narcisista.
Su inmersión en la mente de tantos
perturbados acaba teniendo más
consecuencias negativas, tal y como
le habían advertido sus compañeros,
como en el antológico final de la primera temporada,
cuando vuelve a visitar a Ed Kemper sin avisar a sus
compañeros, ya que parece haber establecido un
peculiar vínculo con el asesino de diez personas que
mide más de dos metros. La escena es aterradora
e incómoda, puro Fincher, y supone un punto de
inflexión en el protagonista.
El principal mérito de Mindhunter es mostrarnos
a estos asesinos de manera realista, al aportar una
visión alejada de la caricatura habitual en el cine.
Cada entrevista con los condenados es una auténtica
radiografía de esos criminales que huye de la simple
representación como monstruos; nos muestran
sus temores, sus filias y fobias, sus enormes egos y
envidias, sensaciones humanas que todos tenemos.
Uno de ellos denuncia a Ford por «haberme jodido
la mente» en un interrogatorio. Otro sólo reacciona
ante los rumores sobre su homosexualidad, lo que
provoca que empiece a confesar para dejar claro
a gritos que «¡¡no soy gay!!». A otro le convencen
para desembuchar gracias a su adicción al dulce y
ofrecerle sutilmente galletas de chocolate. El plato
fuerte llega en la segunda temporada con una reunión
tan esperada por los protagonistas como por los
espectadores: la entrevista con Charles Manson, que
lleva diez años detenido. Kemper está celoso de la
atención mediática que genera al estar ambos en la
misma prisión y advierte que le gusta mucho hablar.
La cita no defrauda: Ford
y Tench se encuentran
a un Manson locuaz
y vacilón, consciente
del personaje que ha
creado, pero que niega
haber manipulado a los
miembros de su Familia
y acusa a la sociedad de
«haber abandonado a sus
hijos», en referencia a
esos hippies descarriados
de clase media que
acabaron asesinando a
Sharon Tate y compañía.
En la despedida, Manson
le pide a Ford sus gafas de sol, que se las regala. Al
de un rato, al salir, un guardia se las devuelve porque
dice que el asesino estaba presumiendo ante ellos
de habérselas robado, por lo que van a castigarle
duramente. Ese detalle demuestra la necesidad de
atención que necesita Manson, aunque sea a costa
del sufrimiento propio o ajeno.
Mindhunter es un exhaustivo estudio sobre
algunas de las mentes más perturbadas de la segunda
mitad del siglo XX, pero que sirve para demostrarnos
que en el fondo no son tan distintas a nosotros. Tanto
los asesinos como Ford son perfectos manipuladores
que no dudan en usar su gran inteligencia y falta de
empatía para lograr sus propósitos. Si nada se tuerce,
tendremos cinco temporadas donde seguiremos
descendiendo a los infiernos y nos devolverán el
distorsionado reflejo de nuestra sociedad aunque no
nos guste reconocerlo. @
Ford manipula a
los asesinos con
interrogatorios poco
ortodoxos para
ganarse su confianza
ante el horror de su
compañero.
ENPLEGUKO ETA GIZARTE
POLITIKETAKO SAILA
DEPARTAMENTO DE EMPLEO
Y POLÍTICAS SOCIALES