Revista Cactus Cactus 37 | Page 38

Cactus guión trazado previamente parece no funcionar, él improvisa y trata de ganarse la confianza del asesino, como cuando trata de conectar con el sospechoso de matar a una niña al demostrarle empatía diciendo: «buf, es que ahora las niñas de doce años aparentan catorce», la edad legal en ese estado para tener sexo consentido. La frase deja patidifusos a los policías, pero anima al interrogado a contar cosas que antes había ocultado. Su sistema se asemeja al de Rust Cohle en la primera temporada de True Detective: interrogatorios donde la manipulación psicológica extrema sirve para arrancar confesiones inesperadas. Holden Ford es un Sherlock Holmes emocional, que en vez de emplear sus herramientas deductivas con las pruebas físicas lo hace con las emociones y comportamientos. Así actúa en una memorable escena para averiguar que su novia va a cortar con él, harta de su actitud egoísta y narcisista. Su inmersión en la mente de tantos perturbados acaba teniendo más consecuencias negativas, tal y como le habían advertido sus compañeros, como en el antológico final de la primera temporada, cuando vuelve a visitar a Ed Kemper sin avisar a sus compañeros, ya que parece haber establecido un peculiar vínculo con el asesino de diez personas que mide más de dos metros. La escena es aterradora e incómoda, puro Fincher, y supone un punto de inflexión en el protagonista. El principal mérito de Mindhunter es mostrarnos a estos asesinos de manera realista, al aportar una visión alejada de la caricatura habitual en el cine. Cada entrevista con los condenados es una auténtica radiografía de esos criminales que huye de la simple representación como monstruos; nos muestran sus temores, sus filias y fobias, sus enormes egos y envidias, sensaciones humanas que todos tenemos. Uno de ellos denuncia a Ford por «haberme jodido la mente» en un interrogatorio. Otro sólo reacciona ante los rumores sobre su homosexualidad, lo que provoca que empiece a confesar para dejar claro a gritos que «¡¡no soy gay!!». A otro le convencen para desembuchar gracias a su adicción al dulce y ofrecerle sutilmente galletas de chocolate. El plato fuerte llega en la segunda temporada con una reunión tan esperada por los protagonistas como por los espectadores: la entrevista con Charles Manson, que lleva diez años detenido. Kemper está celoso de la atención mediática que genera al estar ambos en la misma prisión y advierte que le gusta mucho hablar. La cita no defrauda: Ford y Tench se encuentran a un Manson locuaz y vacilón, consciente del personaje que ha creado, pero que niega haber manipulado a los miembros de su Familia y acusa a la sociedad de «haber abandonado a sus hijos», en referencia a esos hippies descarriados de clase media que acabaron asesinando a Sharon Tate y compañía. En la despedida, Manson le pide a Ford sus gafas de sol, que se las regala. Al de un rato, al salir, un guardia se las devuelve porque dice que el asesino estaba presumiendo ante ellos de habérselas robado, por lo que van a castigarle duramente. Ese detalle demuestra la necesidad de atención que necesita Manson, aunque sea a costa del sufrimiento propio o ajeno. Mindhunter es un exhaustivo estudio sobre algunas de las mentes más perturbadas de la segunda mitad del siglo XX, pero que sirve para demostrarnos que en el fondo no son tan distintas a nosotros. Tanto los asesinos como Ford son perfectos manipuladores que no dudan en usar su gran inteligencia y falta de empatía para lograr sus propósitos. Si nada se tuerce, tendremos cinco temporadas donde seguiremos descendiendo a los infiernos y nos devolverán el distorsionado reflejo de nuestra sociedad aunque no nos guste reconocerlo. @ Ford manipula a los asesinos con interrogatorios poco ortodoxos para ganarse su confianza ante el horror de su compañero. ENPLEGUKO ETA GIZARTE POLITIKETAKO SAILA DEPARTAMENTO DE EMPLEO Y POLÍTICAS SOCIALES