Cactus
Con tal fin, Roupenian nos sumerge una y otra
vez en los claroscuros de la educación sentimental
masculina, como en el relato Un buen tío, donde el
protagonista hace un flashback de su pasado y sus
relaciones, hurgando con honestidad brutal en las
expectativas de sus amantes y ex novias:
«Ted oye a otros hombres felicitarse por esta
nueva inversión de poder, por el hecho de que
ahora, con treinta y pico años, ligar les resulte
mucho más fácil. Tal vez haya hombres que acepten
felices y de todo corazón ese chollo, que puedan a
mirar en los ojos de Anna, también los ve en los de
Serena y Melissa y Danielle y Beth y
Ayelet y Margaret y Flora y Jennifer
y Jacquelyn y María y Tana y Liana y
Angela: ese cansancio, esa voluntad
de rendirse. Ve lo petulantes que se
sienten al conformarse con el “buen
tío”, lo que quiere decir: un tío para
el que secretamente piensan que son
demasiado buenas. Ve que piensan que
están a salvo.»
Sin embargo, gracias a un artilugio
fantástico, toda su capacidad para la
manipulación y el engaño se volverá
en su contra al final del relato. En esta
misma línea, en Un tipo con gatos, una
joven tiene un encuentro casual con
un hombre más grande que ella y debe lidiar con los
sentimientos encontrados de vergüenza que esto le
provoca. En la reacción de Robert, el protagonista
masculino, Roupenian se anima a seguir hurgando en
la emocionalidad masculina, en un relato que luego de
ser publicado en The New Yorker se viralizó y despertó
entusiasmo popular en la obra de la autora, aunque
esté lejos de ser el mejor del libro.
depresión tiene una cita casual con una chica con
una evidente pulsión de muerte. Y sobre todo cuando
Roupenian da un volantazo a su oscuro realismo
psicológico y le agrega elementos sobrenaturales y
hasta humorísticos, que llevan ciertos tópicos hasta
el absurdo. Como en Cicatrices, donde a través de un
conjuro mágico una mujer hace realidad un deseo
con consecuencias completamente imprevistas en
una parábola de la tentación del control total y el
poder: «Nunca nadie me había temido y cada vez que
se estremecía al verme, sentía como si se me hubiera
enganchado el corazón a un clavo». A esto se suman
la reescritura de leyendas
urbanas, como en El
corredor nocturno, donde
un profesor voluntario en
Kenia sublima el acoso
de sus alumnas rebeldes
actuando de una manera
inesperada. Así también
ocurre en la parábola
acerca de la posibilidad
de que los deseos
más oscuros se hagan
realidad en Sardinas
en lata o la reescritura
del cuento de hadas en
El espejo, el cubo y el
fémur viejo donde se materializa una hilarante fábula
feminista sobre las encrucijadas monstruosas de la
búsqueda de la identidad y el amor más allá de las
promesas de la felicidad de la heteronormatividad.
Con un toque de realismo mágico, de
normalización de lo sobrenatural para acariciar eso
que el realismo psicológico no termina de expresar: lo
insondable, lo excedente de las relaciones personales,
sentimentales, de pareja en épocas no solo del
#MeToo sino también de la ausencia de marcos
ritualizados para interpretar nuestras conductas
sentimentales, como señaló la socióloga Eva Illouz
en ¿Por qué duele el amor? Un ensayo sociológico. Con
mala baba, los personajes de Roupenian parecen
auscultar, hurgar, de manera obscena a la vez que
atractiva en una herida abierta, la de nuestras
educaciones sentimentales truncadas entre el deseo
feroz y una sobreactuada normalidad, invitándonos
a transitar esas zonas oscuras con estas inquietantes
historias como luces intermitentes, necesarios
fogonazos de lucidez en épocas de pacatería y
autocomplacencia. @
Juegos salvajes. Lo efímero de la fama y la curiosidad
sexual de la adolescencia también están presentes
en dos de los mejores relatos: Look at your game,
girl, invocando desde su título la famosa canción de
Charles Manson, presenta una preadolescente que
mantiene un fugaz contacto con un vagabundo en
una historia con reminiscencias a dos resonados
casos de la agenda negra americana. Así como El
chico de la piscina, donde tres amigas se reúnen
después de dos décadas para la despedida de soltera
de una de ellas y contratan a una ex estrella de cine
que polinizaba su inminente sexualidad cuando eran
adolescentes, se convierte en una fábula sobre lo
efímero de la fama y la decadencia vital.
Sin embargo, no todo es agenda negra e
imperativos sociales, sino que también hay lugar para
historias donde explícitamente se trata el sadismo
y las fantasías de control y dominación. Como en
Chico malo, el relato que inaugura el libro, donde una
pareja invita a un amigo que está atravesando una
desilusión sentimental a un oscuro juego de sumisión.
O en Deseos suicidas, donde un joven al borde de la
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#37 09–10_2019
Estos doce cuentos
circundan la
educación sentimental
contemporánea y
la violencia sexual
latente en nuestros
deseos más comunes.