Revista Aula Magna | Page 25

Instituto Superior Marista (A-730) Aula Magna - Nº 10 para dar gracias a Dios por los alimentos y pedir por los que no lo tenían. Luego seguíamos con las actividades programadas y, por último, antes de finalizar la mañana de clases, almorzábamos todos juntos. Los chicos disfrutaron de cada momento y en especial de aquellos momentos en los cuales nosotros, como adultos, lográbamos hacernos niños para sentir y vivir como ellos. A media tarde los chicos volvían a la escuela, algunos a caballo junto a sus hermanos, otros en bicicleta y otros, a pesar de las largas distancias, caminando... A esta hora, las 15.00 hs más o menos, organizábamos diariamente talleres: de cocina, de peluquería, estimulación temprana (dirigido a las madres) y otros. La verdad es que estos talleres fueron todo un éxito. Era increíble ver a esos chiquitos tan felices y entretenidos. Se les veía en las caras, a ellos a y a sus madres, la felicidad que les causaba que alguien se interesara por ellos. Esto se veía muy claro cuando por ejemplo; jugando a la peluquería con las chicas, las pintábamos, peinábamos y les poníamos cremas en la cara y en las manos. Creo que fue una manera muy concreta de trabajar con la individualidad del niño, con su cuidado, con su autoestima. A la media tarde salíamos a visitar a las familias del paraje. Gracias a Dios, a algunos de nosotros, un señor del lugar nos brindaba el servicio de pasarnos a buscar en sulky para llevarnos hasta las casas más alejadas. Cada casa de familia en la que entrábamos era distinta, pero todas se asemejaban en el hecho de que nos atendían de maravillas ofreciéndonos lo mejor que tenían, o mejor dicho, todo lo que tenían: unas sillas dispuestas bajo la sombra de un árbol, unos mates calientes con hierbas del monte, un pedazo de tortilla caliente… y lo más valioso: su amistad. Así fueron nuestros días en el paraje La Costa. Así fueron los días en la Escuela Nº 442, lugar que jamás olvidaré, experiencia que grabé en mi corazón. Espero volver a ese lugar. Espero ser instrumento de Dios nuevamente cuando El lo quiera. Por todo esto y mucho más, le doy gracias a Dios principalmente; pero también al Instituto Superior Marista (ISMA) por brindar a los alumnos la oportunidad de participar de semejante experiencia de encuentro con estos hermanos nuestros necesitados que hoy quizá la sociedad ha olvidado. Con todo mi cariño, Felicitas Saraví 1º año Profesorado de Nivel Inicial ISMA 23