Instituto Superior Marista (A-730)
Aula Magna - Nº 10
para dar gracias a Dios por los alimentos y pedir
por los que no lo tenían. Luego seguíamos con las
actividades programadas y, por último, antes de
finalizar la mañana de clases, almorzábamos todos
juntos. Los chicos disfrutaron de cada momento y
en especial de aquellos momentos en los cuales
nosotros, como adultos, lográbamos hacernos
niños para sentir y vivir como ellos.
A media tarde los chicos volvían a la escuela,
algunos a caballo junto a sus hermanos, otros en
bicicleta y otros, a pesar de las largas distancias,
caminando...
A esta hora, las 15.00 hs más o menos,
organizábamos diariamente talleres: de cocina,
de peluquería, estimulación temprana (dirigido a
las madres) y otros. La verdad es que estos talleres
fueron todo un éxito. Era increíble ver a esos
chiquitos tan felices y entretenidos. Se les veía en
las caras, a ellos a y a sus madres, la felicidad que
les causaba que alguien se interesara por ellos.
Esto se veía muy claro cuando por ejemplo; jugando
a la peluquería con las chicas, las pintábamos,
peinábamos y les poníamos cremas en la cara y en
las manos. Creo que fue una manera muy concreta
de trabajar con la individualidad del niño, con su
cuidado, con su autoestima.
A la media tarde salíamos a visitar a las familias del
paraje. Gracias a Dios, a algunos de nosotros, un
señor del lugar nos brindaba el servicio de pasarnos
a buscar en sulky para llevarnos hasta las casas
más alejadas. Cada casa de familia en la que
entrábamos era distinta, pero todas se asemejaban
en el hecho de que nos atendían de maravillas
ofreciéndonos lo mejor que tenían, o mejor dicho,
todo lo que tenían: unas sillas dispuestas bajo la
sombra de un árbol, unos mates calientes con
hierbas del monte, un pedazo de tortilla caliente…
y lo más valioso: su amistad.
Así fueron nuestros días en el paraje La Costa.
Así fueron los días en la Escuela Nº 442, lugar
que jamás olvidaré, experiencia que grabé en mi
corazón. Espero volver a ese lugar. Espero ser
instrumento de Dios nuevamente cuando El lo
quiera.
Por todo esto y mucho más, le doy gracias a Dios
principalmente; pero también al Instituto Superior
Marista (ISMA) por brindar a los alumnos la
oportunidad de participar de semejante experiencia
de encuentro con estos hermanos nuestros
necesitados que hoy quizá la sociedad ha olvidado.
Con todo mi cariño,
Felicitas Saraví
1º año Profesorado de Nivel Inicial
ISMA
23