El caso de don Antonio
El día siguiente al fallecimiento de Antonio Devoto se organizó un funeral en el patio de su residencia de campo. Todos sus familiares y amigos asistieron, salvo Amara, el ama de llaves, que le guardaba un rencor particular al difunto. La mujer vivía en el sótano de la casa, al cual se accedía mediante una pequeña puerta oscura y destruida por los años.
Muy pocas personas entraron a esa misteriosa habitación, se rumoreaba que la señora, de origen africano, practicaba brujerías allí. Reiteradas veces desaparecieron mascotas de la familia Devoto y fueron encontradas sin vida en los alrededores de la entrada al sótano, pero nunca se vio nada sospechoso ni al ama de llaves involucrada. Al finalizar el funeral, cuando solamente quedaban los familiares más cercanos, éstos abrieron el ataúd para despedirse del cuerpo de don Antonio una última vez antes de que fuera enterrado, pero se llevaron la sorpresa de que el cadáver había desaparecido. Se desesperaron, gritaron, lloraron y finalmente pensaron pero no encontraron explicación alguna y empezaron a revisar cuarto por cuarto de la mansión. El último fue el sótano.
Al abrir aquella puerta, se encontraron con un círculo formado por velas alrededor del cuerpo, era la única fuente de iluminación de la sala. Inmediatamente, quizá por la brisa levantada por el movimiento de los cuerpos, las velas ya casi consumidas, se apagaron y el pequeño cuarto quedó a oscuras. Corrieron a buscar más velas para alumbrar, pero cuando volvieron al lugar, se encontraba completamente vacío. Tanto la policía local como numerosos detectives privados contratados por la misma familia examinaron la casa y trataron de buscar información sobre Amara con el correr de los años. Sin embargo, ninguna investigación tuvo éxito y se optó por dejar de lado este misterioso suceso.
Hasta el día de hoy, no se sabe más nada del ama de llaves ni del cuerpo de Don Antonio. Sin embargo, se dice que por las noches, se escuchan gritos desesperados de auxilio provenientes de aquel oscuro sótano.
Texto: Juan Lautaro Pereyr
Al abrir aquella puerta, se encontraron con un círculo formado por velas alrededor del cuerpo, era la única fuente de iluminación de la sala. Inmediatamente, quizá por la brisa levantada por el movimiento de los cuerpos, las velas ya casi consumidas, se apagaron y el pequeño cuarto quedó a oscuras. Corrieron a buscar más velas para alumbrar, pero cuando volvieron al lugar, se encontraba completamente vacío. Tanto la policía local como numerosos detectives privados contratados por la misma familia examinaron la casa y trataron de buscar información sobre Amara con el correr de los años. Sin embargo, ninguna investigación tuvo éxito y se optó por dejar de lado este misterioso suceso.
Hasta el día de hoy, no se sabe más nada del ama de llaves ni del cuerpo de Don Antonio. Sin embargo, se dice que por las noches, se escuchan gritos desesperados de auxilio provenientes de aquel oscuro sótano.
Texto: Juan Lautaro Pereyra
Fotografía:Martín Montenegro