PINCELADAS DE IDEOLOGÍA
Durante el paso de los años vemos como la Historia avanza sometida a una serie de fluctuaciones que hacen que cada etapa se diferencie claramente entre sí. Estas épocas se han ido caracterizando por una serie de valores y pensamientos que provenían del mismo seno de la sociedad que se manifestaba mediante lo que llamamos tendencias o corrientes ideológicas. Así, como si de un péndulo se tratase, nos vamos balanceando de un lado para otro, viviendo situaciones totalmente antagónicas: del renacentismo al barroco, del realismo al romanticismo…
Estos cambios tan bruscos van marcados por lo que llamamos ideología, que como sugirió el filósofo Antoine Destutt de Tracy es: amplio sistema de conceptos y creencias, muchas veces (pero no necesariamente) de naturaleza política, que defiende un grupo o un individuo. Esta ideología va a ser desde un punto de vista, el motor de la sociedad pues según nos defiende Marx, todo lo que nos rodea está impregnado de la ideología imperante del Estado que a su vez es la clara manifestación del pensamiento de las personas, por lo que es lógico pensar que somos manipulados de una forma u otra... Entonces, si reflexionamos, es necesario pensar que todo arte es una exteriorización material de la ideología de un país ya que una obra está compuesta por elementos reales y en gran parte por elementos imaginarios producidos por la propia mente del artista.
Expresado así, una obra de arte es entera ideología, es imposible pensar que cualquier escultura no lo sea; carecería de sentido sin esta. Cualquier forma de expresión artística se considerará como parte fundamental del pensamiento de la época; de hecho, en nuestros tiempos se han conocido con gran exactitud culturas ya desaparecidas mediante el estudio de la literatura, la escultura y la pintura de la época. Sin embargo, desde este punto de vista, el arte está condenado a ser esclavo del sistema en el que se encuentra pues bien todas pertenecen al sistema imperante y aunque muchas se muestren rebeldes, a contracorriente de su contexto, éstas tan sólo manifiestan el cambio de sistema imperante que se está aconteciendo y al que seguirán sirviendo.
De tal forma muchos Estados han sido los que han utilizado el arte como forma de manipulación e intromisión en las mentes de los ciudadanos de forma sigilosa, así pues el nazismo se valía de múltiples propagandas para que el pueblo estuviese de acuerdo con las acciones tomadas por su líder. Durante su dictadura se rechazaba todo aquel arte sofisticado y modernista, muy contemporáneo e innovador; se le era considerado como arte degenerado. Se imponía un arte austero realista donde se trataban temas como el amor a la patria, al trabajo en el campo, a la sumisión y obediencia, promoviendo a su vez un gusto por lo tradicional y las culturas de Grecia donde la belleza se representaba estrictamente por la llamada raza aria (“Blut und Bloden”). Hitler se valía del arte para asegurarse mantener a la población contenta con su régimen.
El arte nazi es un claro ejemplo de que el arte es ideología desde tiempos inmemorables. La expresión de un pensamiento que manipulado de forma indirecta y con intenciones enrevesadas para tener una cierta influencia sobre todos y que estos mismos crean que dicha influencia ha emanado de sus mismas raíces. Es curioso como unos simples panfletos con unas cuantas frases líricas y unas imágenes medidas al detalle pueden hacer un cambio tan importante en la mentalidad de las personas. Adolf Hitler era dibujado para la propaganda como un herrero que forja una espada, como un escultor que trabaja la materia que ha de constituir al Nuevo Hombre, otras veces era un caballero con armadura al frente de legiones. Contrató al fotógrafo Heinrich Hoffmann que se dedicó a inmortalizarlo en diferentes actitudes haciendo miles y miles de fotografías para la posteridad, cooperando a crear una imagen de mesías del pueblo alemán.
A pesar de todos los avances que hemos conseguido llevar a cabo, nuestra actualidad está plagada de arte que nos influye y nos distorsiona nuestras mentes sin nuestro consentimiento. Desde las novelas de ficción inspiradas en edades pasadas, pasando por la arquitectura claramente futurista que es una clara manifestación del desarrollo capitalista, hasta la música entretenida y sin fundamento que suenan en las radios, son pura ideología de este Estado en el que nos encontramos.
El arte, es tan sólo una pieza más de la que se vale el sistema para que todo marche como debiese ir y que como esclavo, se somete a él.
María Isabel Portellano Soriano, 2ºBCA
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