Revista Aisthetikê MAYO 2014 | Page 14

ESBOZANDO EL ARTE

Después de haber expuesto los problemas que entraña la definición del arte, término escurridizo allá donde los haya, he aquí, finalmente, la exposición definitiva sobre qué es arte. Antes de pasar a la definición y posterior explicación detallada del término, deseo dar una pauta de lectura al lector para que éste pueda seguir el hilo de mi argumentación tal y como yo deseo expresarla: la definición va a ser explicada de manera regresiva, es decir, que una vez expuesta la misma, el orden en el cuál deben ser entendidos los paréntesis debe ser inverso, siendo el último paréntesis el primero en ser explicado; y así, sucesivamente.

“Arte es un proceso consciente, intencionado y voluntario mediante el cuál se transforma la representación de una realidad finita y conceptualizada, ya sea interna o externa, en otra representación, necesariamente externa, finita y conceptualizada que guarda con la realidad original, a lo sumo, todo aquello, o parte, de lo que se muestra de sí en la primera”.

Sometamos la definición a un estricto análisis:

“Arte es un proceso (10) consciente, intencionado y voluntario (9) mediante el cuál se transforma (8) la representación de una realidad finita y conceptualizada (7), ya sea interna o externa (6), en otra representación (5), necesariamente externa, finita y conceptualizada (4) que guarda con la realidad original (3), a lo sumo, todo aquello, o parte (2), de lo que se muestra de sí en la primera (1)”.

(1) El arte da como fruto la obra de arte. Si bien toda obra de arte es arte, arte no es una obra de arte; ni dos, ni cien, ni todas. El producto final del proceso -obra de arte- guarda en sí mismo una cuantía de atributos respecto a la representación primera, u original.

(2) La cuantía de atributos que el producto final del proceso guarda respecto a la representación de la realidad original no puede superar la cuantía de dichos atributos originales, siendo el “todo” un punto límite al que se tiende, pero que en la práctica no se alcanza, sólo como ideal.

(3) Estos atributos deben corresponderse necesariamente con una realidad o ente original: ellos no pueden provenir por sí mismos de la nada.

(4) El producto final del proceso debe ser necesariamente externo, es decir, debe ser un objeto de la realidad susceptible de ser percibido por los sentidos. Este producto debe ser un conjunto finito, pues no existe la posibilidad de captar en él la infinitud, que le corresponde por naturaleza al infinito: un concepto que, en la práctica, le es inaccesible al ser humano. Asimismo, el producto debe ser conceptualizado, es decir, en él se deberán poder diferenciar, mediante el entendimiento, las partes del mismo. Sería absurdo hablar de un producto continuo, en el cuál cada fragmento es indiferenciable del posterior.