Lo primero a tener en cuenta, es que la experiencia estética, está producida por objetos estéticos. Aunque no todos los pensadores están de acuerdo, se considera que estos objetos pueden ser de dos tipos:
— Objeto artístico: está creado artificialmente por el ser humano, con la intención de provocar o suscitar una experiencia estética (una sinfonía).
— Objeto natural: no es de creación humana, pero suscita una experiencia (una flor, un bello rostro).
Lo que se debe tener claro, es que estos objetos son objetos estéticos porque producen una experiencia estética, y no producen una experiencia estética por ser objetos estéticos si no, por producir dicha experiencia. En otras palabras, los objetos estéticos son estéticos porque producen en nosotros una experiencia, pero no existen los objetos estéticos desligados a la experiencia.
El problema viene de nuevo, cómo no, dado por la definición de experiencia estética. La Filosofía, nos pone en bandeja ciertos tipos de experiencia para con la sustancia que nos rodea, el todo.
Para ello se recurre a la epistemología y la metafísica: cada experiencia está atado al objeto, o al ser, o a las circunstancias. Por ejemplo, la experiencia práctica, en la que se busca una utilidad o beneficio, la experiencia teórica, que busca el conocimiento (interés cognoscitivo) o la experiencia de implicación personal, que se basa en las vivencias e historias personales (circunstancias) del yo, y que es difícilmente compartible con otros. Entablamos la experiencia estética, en un tipo de experiencia llamada autotélica, es decir, una experiencia que contiene una satisfacción y finalidad en sí misma.
Llegados a este punto, y a modo de resumen:
— La experiencia está producida por objetos estéticos, que pueden ser artísticos o naturales, dependiendo de su creación.
— La experiencia estética es una experiencia autotélica, es decir, que no tiene fin, utilidad, ni depende del ser, contiene una satisfacción en sí misma, la experiencia por la experiencia.
La experiencia estética puede ser definida como un modo de encuentro con el mundo, con los objetos fenómenos y situaciones ya sean naturales o creados por el ser humano, que produce en quien lo experimenta un placer, un conjunto de emociones y un tipo de conocimiento que puede considerarse de tipo estético (atención activa, apertura mental, contemplación ‘desinteresada’ , empatía…).
Vamos a profundizar en su definición con dos autores: M. Beardsley y H.R Jauss.
Para M. Beardsley (Estética: Historia y fundamentos) hay cinco aspectos que deben estar presentes en la experiencia estética: la atención en el objeto, el sentimiento de libertad, distanciamiento de los afectos, descubrimiento activo y sensación de integración. Podríamos ahondar aún más en cada una de las características, pero con tener en cuenta que éstas, refuerzan nuestra definición primera, podemos satisfechos.
A su vez, H.R Jauss, señala tres categorías distintas de experiencia estética:
— Poiesis: El placer producido por las propias producciones, es decir, lo que podría sentir un artista con su creación.
—Aisthesis: El placer producido por las obras de otros, lo que usualmente se da en exposiciones, galerías y museos. Gente ajena a la obra, que la descubre por primera vez sin ser ella la creadora.
—Catarsis: el placer en las propias emociones, derivadas del encuentro estético, que es capaz de conducirnos a un cambio en las convicciones o a la liberación del ánimo. Es la categoría más difícil de explicar. Es hallar la experiencia estética desde los sentimientos que la obra produce, y no desde la obra en sí. A sí mismo, las emociones, no solo sirven de extracción de la experiencia estética, sino de refuerzo y fin. Es una categoría discutible, que puede incluso hacer tiritar los cimientos de la definición de experiencia estética.
Por otra parte, la experiencia estética es una emoción que ciertos objetos nos pueden provocar, pero solo si nos acercamos a ellos de una determinada forma. Esa forma de acercamiento, se llama actitud estética.
Habría que aclarar antes de profundizar la actitud, que es muy difícil obtener una experiencia estética pura. Siempre se va a encontrar da por otras experiencias (cognoscitiva). ¿Por qué no podemos llegar a la experiencia estética “pura”?
Porque nunca podremos tener una actitud estética “real”. En nuestro acercamiento a los objetos estéticos, vamos a extraer algunas experiencias aparte de la experiencia estética. La actitud estética, por definición, debe ser desinteresada y pura, que requiere una actitud ajena a cualquier interés o implicación personal, pues de ella se debe obtener una experiencia, recordemos, autotélica, es decir, que tiene sentido y fin en sí misma. Para comprender mejor, el sistema de actitud estética ideal, vamos a descartar algunas actitudes que solemos mantener con los objetos estéticos, y que incluso nos parecerán lógicas, pero que no son actitudes estéticas realmente.
— Actitud cognoscitiva. Es la que mantiene quien se acerca a algo con la intención de aprender y ampliar su conocimiento. Esta actitud es muy peligrosa en su definición, pues podría llevar a pensar que todo lo que es conocer el objeto, anula la actitud estética. Esto no es cierto, porque en el extremo del acercamiento más ínfimo, estaría conocer la propia obra y por tanto la actitud estética no podría existir nunca. La actitud cognoscitiva la mantiene aquel que usa la obra para tener como fin el conocimiento, como alguien que estudia la historia, contexto, o bien trazado, técnica, lenguaje, de un objeto estético.
— Actitud decorativista. Es la que mantiene quien valora un objeto estético sólo por la función y utilidad decorativa que puede proporcionarle, como por ejemplo, quien adquiere un cuadro porque el estilo y los colores combinan a la perfección con los muebles y la tapicería del sofá.
— Actitud crematística. Es la que mantiene quien se acerca a algo movido por un interés económico y especulativo, como quien comercia con arte. Es una actitud muy peliaguda, con muchos seguidores, y aún más detractores. Está aún abierta a debate, y por la fisura objeto estético-producto comercial, se cuelan desde artistas intrusos hasta cantidades astronómicas de dinero.