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–¿Cómo vivieron el vínculo productor-actriz?

Juana: ¿Vos estás hablando de un romance entre nosotros? [Se ríe a carcajadas]. En realidad, Nacho tenía su dupla de producción con Diego [Palacios], que se encargó más de la parte creativa y dirección, y él se ocupó de la parte ejecutiva.

Nacho: Es que yo no tengo sensibilidad para tratar con actores, no tengo paciencia. [Se ríe].

Juana: Me acuerdo que después de las jornadas de filmación en Villa La Angostura, ensayaba para el “Bailando…” Jorge (Marrale), Luciano (Cáceres) y Esteban (Lamothe) nos miraban y nos ponían puntaje.

–¿Siempre tuviste claro que querías ser actriz?

–De chica quería ser veterinaria, estudiar Biología Marina, Oceanografía… Después me incliné más por las artes, que están en el ADN familiar. [Se ríe]. Entonces empecé a estudiar con diferentes maestros. De chica también actuaba en casa, hacía “los almuerzos” en la casa de José Ignacio, teníamos nuestro Tele-trucho.

Nacho: Era un canal que habíamos inventado con dos amigos. Hay un montón de filmaciones de esa época.

Juana: Nacho filmaba y yo siempre delante de cámara. Hacíamos un noticiero.

–Entonces en Estocolmo se replicó ese juego de la infancia.

Juana: ¡Claro! El que manda –Nacho– y la que pone la cara para la cámara, o sea yo.

–¿Qué otros recuerdos tienen de la infancia?

Nacho: Compartimos mucho porque somos muy seguidos.

Juana: Nacho estuvo de novio con amigas mías, pero ningún amigo de Nacho salió conmigo porque tenían prohibido mirarme. Jugábamos al fútbol y yo siempre iba al arco.

–¿Qué es lo mejor de tenerse como hermanos?

Juana: Justamente eso, tenernos.

Nacho: Estar siempre para lo que el otro necesite. Es cierto que el ser tan pegados también genera choques y roces.

Juana: Además, somos muy distintos.

Nacho: De grande nos encontramos más. Nos respetamos los propios caminos y lo que cada uno quiere hacer.

Juana: Tenemos grandes diferencias en la manera de pensar algunas cosas, pero como hermanos somos incondicionales.

–¿Se pelearon muchas veces?

Juana: ¡Miles! Somos dos seres humanos, individuales, que más allá de la sangre que nos une para siempre, tuvimos que aprender a lidiar con el otro.

–¿Por qué suelen discutir?

Juana: Porque yo me defino como un cuadrado y Nacho es como un círculo. Somos muy distintos, ¿entendés? Nacho es mucho más aplicado, más estructurado que yo. Él tiene una manera de relacionarse con la gente, y yo otra.

–Nacho, ¿cómo definirías a Juana?

–Es la mejor hermana del mundo, una excelente madre. Es desordenada y eso me pone muy nervioso. Juana es una persona muy querida por sus amigos y eso habla muy bien de ella.

–Juana, te toca a vos…

–Nacho es un hombre muy sensible, que se muestra de hierro, pero que es extremadamente vulnerable. También es muy buen amigo y la gente que lo conoce bien sabe lo buena persona que es. Se pelea con quien sea por defender lo que él cree correcto.

–Cuando están peleados, ¿quién da el brazo a torcer?

Juana: ¡Yo!

Nacho: Yo soy más terco.

Juana: Es que cuando pasan unos días, ya me olvidé por qué nos habíamos peleado, no me gusta discutir con él ni con nadie.

DOS MANERAS DE VIVIR LA FAMA

–¿Cómo se vive ser famoso casi desde antes de haber nacido?

Nacho: “Famoso” es una palabra que detesto. Cuando era chico me molestaba mucho, pero hoy entiendo que son las reglas del juego, donde eso llamado “fama” o “popularidad” te da, pero también te quita.

Juana: A mí me cuesta mucho adaptarme. Yo soy actriz, pero mi vida diaria y privada, mis hijos, mi casa, mis amigos… No transo que se metan con eso. ¡Es mi mundo! Tampoco creo que al empleado público le divierta que lo estén siguiendo todo el tiempo o que se hable de él.

–Imagino que debe ser difícil para estar con alguien, con una pareja…

Juana: ¡Hola! ¿Cuántos novios tuve este año si nos dejamos llevar por lo que dicen en la tele? Porque salí a tomar algo con alguien ya es mi novio…

Nacho: Te ven con alguien y le ponen un título. ¡Es rarísimo! Por eso estoy solo. [Se ríe]. Creo que es mucho más pesado para el que está con uno que para nosotros.

Juana: Esa invasión no está buena, es muy difícil poner en palabras lo que se siente. Es una falta de respeto muy grande. Igualmente, lo más importante es que quienes tienen que saber la verdad sepan cuál es. Si el resto quiere pensar que un mes estoy saliendo con uno y al mes con otro, que piensen lo que quieran. Yo no vine a este mundo a aclarar mis acciones.

–¿Cómo te definirías como madre?

–¡Muy castradora! [Se ríe a carcajadas]. Hablando en serio, intento tener mis momentos con mis hijos más allá de la demanda de mi trabajo de actriz. Si estoy haciendo televisión, pido tener un día libre en la semana, sí o sí los llevo al colegio todas las mañanas… Me encanta ser una mamá libre, donde el diálogo sea lo primordial. Tengo una hija de 13 –Ámbar–, Alí que tiene 4 y me requiere como una mamá muy presente, y Silvestre, de 8. Intento darles mucho amor.

–¿Cómo es convivir con una adolescente en casa?

–La base de toda relación es el diálogo y la confianza. Con Ámbar hablamos mucho y cada vez nos entendemos mejor. Hablamos el “por qué sí” o el “por qué no” de las cosas, los horarios, las redes sociales. Es muy chica para estar en contacto con la brutalidad que se maneja en las redes.

–¿Ámbar quiere ser actriz?

–Como madre, no me gustaría allanarle el camino, ni coartárselo. Recién tiene 13 años… Yo quiero que sea feliz, pero aún tiene que descubrir un montón de cosas, tengo la responsabilidad de mostrarle un abanico de posibilidades a las que podría dedicarse.

–Nacho, ¿cómo sos como tío?

–Disfruto mucho de mis sobrinos, me gusta malcriarlos. Juana no quiere que sus hijos estén con los teléfonos mientras comen, ¡conmigo olvidate! Si puedo ponerles la Playstation en la mesa, se la pongo. Mi rol es cuidarlos, pero también malcriarlos mucho.