MISCELÁNEA
DANIEL HODARA
E
ste es un ensayo de Viktor
Frankl, neurólogo, psiquiatra,
sobreviviente del holocausto y el
fundador de la disciplina; que conocemos hoy como Logoterapia.
No eres Tú, soy Yo... ¿Quién
te hace sufrir? ¿Quién te rompe el corazón? ¿Quién te lastima? ¿Quién te roba la felicidad o te quita la tranquilidad?
¿Quién controla tu vida?...
¿Tus padres? ¿Tu pareja? ¿Un antiguo amor? ¿Tu suegra? ¿Tu jefe?...
Podrías armar toda una lista de
sospechosos o culpables. Probablemente sea lo más fácil. De
hecho sólo es cuestión de pensar
un poco e ir nombrando a todas
aquellas personas que no te han
dado lo que te mereces, te han
tratado mal o simplemente se han
ido de tu vida, dejándote un profundo dolor que hasta el día de
hoy no entiendes.
Pero ¿sabes? No necesitas buscar
nombres. La respuesta es más sencilla de lo que parece, y es que nadie
te hace sufrir, te rompe el corazón,
te daña o te quita la paz. Nadie tiene
la capacidad al menos que tú le permitas, le abras la puerta y le entregues el control de tu vida.
Llegar a pensar con ese nivel de
conciencia puede ser un gran
reto, pero no es tan complicado
como parece. Se vuelve mucho
más sencillo cuando comprendemos que lo que está en juego es
nuestra propia felicidad. Y definitivamente el peor lugar para colocarla es en la mente del otro, en
sus pensamientos, comentarios o
decisiones.
Cada día estoy más convencido de
que el hombre sufre no por lo que
le pasa, sino por lo que interpreta.
Muchas veces sufrimos por tratar
de darle respuesta a preguntas que
taladran nuestra mente como: ¿Por
qué no me llamó? ¿No piensa buscarme? ¿Por qué no me dijo lo que
yo quería escuchar? ¿Por qué hizo
lo que más me molesta? ¿Por qué
se me quedó viendo feo? y muchas
otras que por razones de espacio
voy a omitir.
No se sufre por la acción de la
otra persona, sino por lo que
sentimos, pensamos e interpretamos de lo que hizo, por consecuencia directa de haberle
dado el control a alguien ajeno
a nosotros.
Si lo quisieras ver de forma más
gráfica, es como si nos estuviéramos haciendo vudú voluntariamen-
Revista Guardia Civil
te, clavándonos las agujas cada vez
que un tercero hace o deja de hacer algo que nos incomoda. Lo más
curioso e injusto del asunto es que
la gran mayoría de las personas que
nos “lastimaron”, siguen sus vidas
como si nada hubiera pasado; algunas inclusive ni se llegan a enterar
de todo el teatro que estás viviendo en tu mente.
Un claro ejemplo de la enorme dependencia que podemos llegar a
tener con otra persona es cuando
hace algunos años alguien me dijo:
“Necesito que Enrique me diga
que me quiere aunque yo sepa que
es mentira. Sólo quiero escucharlo
de su boca y que me visite de vez
en cuando aunque yo sé que tiene
otra familia; te lo prometo que ya
con eso puedo ser feliz y me conformo, pero si no lo hace... siento
que me muero”.
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