REVISTA 2019 mth revista PDF | Page 22

PERSPECTIVAS A FUTURO Después de un sinuoso recorrido para los pastores, que tienen que sal- var numerosos obstáculos de la natu- raleza, y un agradable paseo nutritivo para los chivos, que dura varios meses y que generalmente está regulado por las aguas, llegan bien cebados a Te- huacán para ser los protagonistas de la tradicional matanza y del rico mole de caderas, las ubres, riñones, patas, las tripas, las montalayas, las cabezas y el chito. LA MATANZA La matanza es el momento culminante del ciclo de una hacienda. Los dueños esperan disfrutar de sus ganancias y del fin de un año de intenso trabajo; los pastores entregan un ganado bien cebado; los capitanes se preparan para supervisar; los matanceros llegan a Ia ex hacienda afilan sus cuchillos; lo mismo hacen los peladores y los tasa- jeros que llegan de San Gabriel Chilac trabajo que les viene de herencia, “yo amo la matanza, siempre me he dedi- cado a esto, al igual que mi padre y mi abuelo”, nos dice Iñigo García También arriban los que prepara- ron la carne de chito; ellos vienen de ZapotitIán Palmas y son cerca de 25 campesinos; otros 15 fritangueros lle- gan de El Zolano Huajuapan y unos más vienen de Atzingo y de San Bartolo. Momentos antes de iniciar se reza el “Alabado”, plegaria en la que se pide a Dios antes de iniciar la matanza, para que no ocurra una desgracia a los ma- tanceros. LA HACIENDA EN TEMPORADA En los siguientes 20 días se mata- rían cerca de 10 000 chivos, pocos en comparación con los 80 000 que se mataban a fines del siglo XVIII en esta región. La matanza solo se suspende los días 2 y 3 de noviembre, fecha en que todos regresan a sus comunidades a festejar a sus muertos. Después de estas fechas regresan nuevamente a su labor; unos hombres ayudan a los ma- tanceros en el sacrificio de los anima- les; otros los van pelando y deslazando para obtener el espinazo y las caderas; algunos preparan los casos donde se frieron las costillas y la grasa de donde se obtendrá el sebo. A su vez otros traen sal para pre- parar el chito y las pieles; mientras tan- to, las mujeres en las chozas de zacate que previamente levantaron a un lado de la hacienda, empiezan a preparar las tortillas y a cocer los frijoles de olla mientras sus inquietos niños jue- gan despreocupados en los canales de agua que rodean la hacienda. A los matanceros, aparte de su sa- lario se les reparten las orejas, las vís- ceras, las patas. En la entrada principal de la Hacienda Doña Carlota, comienza la venta de caderas y el espinazo con el que se prepara el platillo típico de Tehuacán, el exquisito y oloroso mole de caderas, las ubres, el chicharrón y la montalalya, Días después, las pieles serán en- viadas a las fábricas de León y Guada- lajara para elaborar finos zapatos de dama; la grasa se vende a las fábricas de jabón y la carne de chito, preparada bajo un riguroso proceso es vendida en Tehuacán, en Tlaxcala y en Veracruz. Esta carne dura más de dos años siem- pre y cuando no se guarde en bolsas de plástico. Anteriormente la consumían los arrieros, lo mismo que las costillas y el chicharrón. Si bien el precio del platillo de mole de caderas en los restaurantes de Te- huacán, es elevado, ($450.00) este se justifica por lo exquisito de su sabor, y por el gran trabajo que representa el cuidado de estos animales durante un año y en el que participan más de 100 personas y que aumenta casi al triple al momento de efectuar la matanza. 2019 AÑO ATÍPICO Crisis, inseguridad y competencia desleal por la venta de carne de ga- nado no cebado, puso en jaque esta actividad económica, Iñigo García, el último ganadero de épicas historias, limitó la matanza en este año, pero la exigencia sanitaria le hará justicia y seguramente lo rescatará.