Resumen Anual 2018 REVISTA A D O F A I P 2018 | Page 44
El general de división Edgardo Mercado Jarrin, tuvo una visión enorme del futuro
de nuestro país, alimentado por su conocimiento de geopolítica, la influencia de
las armas modernas en futuras guerras y en cómo se desarrollarán las nuevas
relaciones entre estados basados en la economía, lo que plasmó en dos de sus
obras importantes publicadas el siglo pasado.
Desde este siglo XXI, hagamos un flash back, un retroceso en el tiempo,
ubiquémonos en primer cuarto del siglo XIX. Unidos, en comunión de
pensamientos, recordemos los sucesos de la campaña libertadora de San Martín
y Bolívar en nuestra patria.
Han transcurrido ciento noventaicuatro años de la batalla de Ayacucho.
Culminación del sueño libertario de América, su luz de Libertad irradia por
siempre para América y el mundo. Un sueño hecho realidad en medio del fragor
del combate, del choque de sables, lanzas, fusiles y cañones en los campos de
Junín y Ayacucho, que se inició allende los Andes en las campañas del Norte y
del Sur, liderados por Simón Bolívar y José de San Martín.
La campaña libertadora en nuestra patria fue una lucha titánica de larga data,
que atravesó etapas de nuestra historia y que se fue gestando una vez conocida
las verdaderas intenciones de los conquistadores. Las causas: la injusticia, los
abusos, espoliaciones, explotación de los metales oro, plata, mercurio, llevados
a Europa en casi trescientos años de ocupación.
Las batallas decisivas para la Libertad e Independencia de nuestra patria, sin
lugar a duda fueron Junín y Ayacucho. La primera en agosto y la segunda en
diciembre de 1824, y se consolidó cuarentaidos años después en el combate del
2 de mayo de 1866, en la célebre victoria alcanzada por nuestro pueblo y sus
fuerzas armadas frente a la poderosa flota española en el Callao.
La libertad obtenida por el sacrificio de quienes combatieron con patriotismo,
sacrificando su propia vida, no se realizó de la noche a la mañana, ni fue un
momento de inspiración, ni un rapto de iniciativa. Fue el resultado de años de
maduración, preparación, experiencia y de luchas muy desventajosas.
Meses previos a la batalla decisiva en diciembre de 1824, el 6 de agosto de ese
año, sables y lanzas en ristre chocaron brutalmente en la Pampa de Junín, los
cuerpos despedazados, ensangrentados y atravesados de ambos contendientes
quedaron regados en los suelos del campo de batalla.
Las arengas, los ayes de dolor se elevaron al cielo. Jinetes de ambos bandos
luchando violentamente a más de cuatro mil metros de altura. Canterac en
persona mandaba la caballería de los Húsares de Fernando VII y Dragones de
la Unión y del Perú. La inicial victoria realista se transformó en derrota y victoria
patriota, gracias al coraje del “Regimiento Húsares del Perú” al mando de Isidoro
Suarez y la destacada acción del sargento Mayor Andrés Razuri.
El general Canterac derrotado en Junín, escapaba, fugaba en dirección a Jauja
y luego cruzó el puente Izcuchaca, la dinamitó para impedir la persecución
patriota, llegó al río Apurímac, atravesó los puentes y los dinamitó, aquí recibe
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