Resumen Anual 2018 REVISTA A D O F A I P 2018 | Page 28
El general Augusto Pinochet en su obra Guerra del Pacífico, Campaña de Tarapacá
establece algunas “Deducciones militares del desembarco en Pisagua”. Entre ellas, la
que el Comando chileno había establecido respecto del lugar del desembarco, luego de
conocer el informe de un reconocimiento de la costa realizada el 27 de agosto de 1879.
“…en este documento se recomendaba como lugar de un desembarco a Pisagua, porque
este puerto estaba más de acuerdo con las posibilidades de las futuras operaciones
chilenas hacia el interior del departamento: contar con línea férrea, una fuente de agua
y las repercusiones de carácter estratégico que se obtendrían al separar a las fuerzas
ubicadas en Arica-Tacna de las acantonadas en La Noria-Pozo Almonte”. (3)
El 2 de noviembre de 1879 casi un mes después de la caída de Miguel Grau en Angamos,
fuerzas chilenas de “9, 640 hombres, 853 caballos, artillería, algunos mulares y otros
implementos de campaña” (4), transportados desde Iquique en 19 embarcaciones.
Inician el bombardeo las naves enemigas contra la defensa de esta bahía, compuesta
únicamente por dos cañones de 100 libras ubicadas al norte y sur de la bahía. Un
desembarco en la playa Junín y otra en la bahía de Pisagua completaron la operación.
Las fuerzas defensoras constituidas por tropas peruanas y bolivianas escasamente
ascendían a 2400 defensores. Esta operación de desembarco planeada por el comando
chileno ubicaba al grueso de sus fuerzas en posición central, entre Iquique y Arica y
desde este lugar podrían emprender operaciones para vencer al Ejército del sur al
mando del general Buendía.
“Al siguiente día desembarcamos con el general y recibí la primera impresión de los
horrores de la guerra, porque nos encontramos en presencia de un cuadro
verdaderamente infernal. La beodez, el incendio, la matanza, el pillaje y cuanto pueda
idearse de odioso estaba allí a nuestra vista con gran escándalo mío, porque no concebía
cómo los jefes y oficiales toleraban tanta licencia. Luego vi que el general en jefe era
impotente para remediar el desorden, no por falta de voluntad para hacerlo sino por
incapacidad para mandar”. (Memorias José Francisco Vergara)
Benjamín Vicuña Mackenna historiador y propagandista chileno, dice que las tropas de
la coalición después de la batalla de Dolores o San Francisco, derrotadas por la
superioridad chilena se dirigían hacia Tarapacá. Las tropas se desplazaban por el desierto
sin agua, sin víveres, solo movidos por su intenso patriotismo. Según Vicuña Mackenna
lo hacían “no como ejército sino como tropel”. (5)
Pero no solo fue crítico de las fuerzas de la coalición peruano-boliviana, sino de los
propios jefes de su ejército, a quienes enrostraba la demora en la prosecución de las
operaciones para aniquilar a las fuerzas peruano-bolivianas que fugaban en retirada
según visión del historiador chileno. No podemos establecer porqué esa inmovilidad,
pues tenían todo a la mano. No sabemos si fue falta de decisión o quizá temor.
“Pero ese día velaban también en el campo de los chilenos una densa sombra de índole
diversa: la de torpe inacción que malograba los óptimos frutos de la sangre, de la
estrategia y la fortuna. Nuestro ejército amodorrado en las calicheras no movía
todavía una sola patrulla en demanda del enemigo, que se rehacía a su vista. Así
pasaron los mortales días 20, 21, 22 y 23 de noviembre, dejando escaparse un ejército
que fugaba a pie, teniendo nosotros montados a la puerta del cuartel general 500
magníficos jinetes. ¡Funesta inmovilidad!”. (6)
El 2 de noviembre de 1879, después del desembarco y combate con fuerzas de la
coalición, los chilenos ocupan Pisagua. Esta derrota obligó a Mariano I. Prado que se
encontraba en Arica a realizar una junta de guerra. Prado dispuso que el general Hilarión
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