INTRODUCCIÓN
En este número se revisará el papel que juega el sistema inmunológico del organismo en la colocación de implantes dentales.
La oseointegración, que se estable entre la interfase del implante dental y el hueso, fue descrita por primera
vez por Per-IngvarBränemark y colaboradores en la década de los años sesenta, la cual fue definida como “la conexión estructural y funcional directa entre el hueso vivo y la superficie de un implante que soporta una carga”. En esta investigación se destacó al titanio como un material biocompatible estable que permite la osteogénesis de contacto y posee aceptable comportamiento biomecánico. Además, se destaca la importancia de las células del tejido óseo como responsables de este proceso.
Sin embargo, en la actualidad hay cada vez más pruebas de que la oseointegración es un proceso impulsado inmunológicamente, que se basa en vías inflamatorias que promueven la formación de nuevo tejido óseo como parte de la respuesta del huésped a los implantes bioactivos y reduce las respuestas tisulares negativas que podrían conducir al rechazo.
En las últimas décadas, el uso de implantes dentales oseointegrados se ha convertido en una de las mejores alternativas de tratamiento para la rehabilitación protésica en pacientes parcial o totalmente desdentados.