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Jung decía que la sombra era la suma de todas las facetas de la realidad que el individuo no reconoce o no quiere reconocer en si y que, por consiguiente, descarta.
En simples palabras la sombra es el mayor enemigo del ser humano, porque la tiene y no sabe que la tiene, ni siquiera la conoce. Esta sombra hace que todos los propósitos y los afanes que una persona tenga, le reportan lo contrario de lo que esta persona desea. Es por eso el ser humano proyecta en un mal anónimo que existe en el mundo todas las manifestaciones que salen de su sombra porque tiene miedo de encontrar en sí mismo la verdad, la verdadera fuente de toda su desgracia. Entonces el hombre pasa su vida culpando al mundo, a las personas, a las situaciones por todas sus males.
Está claro aquí que la negación de afrontar y asumir una parte de la realidad no va conducir nunca al éxito deseado, por el contrario, la persona tiene que ocuparse constantemente y muy especialmente en los aspectos de la realidad que ha rechazado. Esto se evidencia través de la proyección, ya que cuando rechazan en su interior un principio determinado, cada vez que lo encuentre en el mundo exterior desencadenará en el una reacción de angustia y de repudio.
La sombra convierte al ser humano en un gran simulador, porque la persona siempre cree ser sólo aquello con lo que se identifica o ser sólo tal como ella se vé. Es por eso que a esta autovaloración se le llama simulación. Todos los engaños de este mundo son insignificantes comparados con el que el ser humano comete consigo mismo durante toda su vida.
Y entonces no es en vano decir que la sinceridad para con uno mismo es una de las más duras exigencias que el hombre puede hacerse, por eso el conocimiento de sí mismo en la tarea más importante y más difícil que pueda acometer el que busca la verdad. El conocimiento del propio ser no significa descubrir el yo, pues el ser lo abarca todo mientras que el yo, con su inhibición, constantemente impide el conocimiento del todo, del ser.
Cada decisión que el hombre toma divide la polaridad en parte aceptada y polo rechazo. El polo aceptado se traduce en la conducta y es asumida conscientemente. Y el polo rechazado pasa la sombra y reclaman nuestra atención presentándose aparentemente como procedente del exterior. Existe una evidente forma específica de esta ley general y esta es la enfermedad. Es decir, una parte de la sombra se proyecta íntegramente en el físico y se manifiesta como síntoma. Dicho síntoma obliga a asumir conscientemente el principio rechazado y con ello devuelve el equilibrio al ser humano. El síntoma es una concreción somática de lo que nos falta en la conciencia. El síntoma, al hacer aflorar elementos reprimidos, hace sincero al ser humano.
Reiki familiar/2014 13