REBELIÓN EN LA GRANJA Rebelión en la Granja-George Orwell | Page 86

antes de crecer y hacerse grande y desde chiquito y tierno cachorrillo aprenderá primero a serte fiel, devoto, y seguro estoy de que éste será su primer chillido: ¡Oh, Camarada Napoleón! Napoleón aprobó este poema y lo hizo inscribir en la pared del granero principal, en el extremo opuesto a los Siete Manda- mientos. Sobre el mismo, había un retrato de Napoleón, de per- fil, pintado por Squealer con pintura blanca. Mientras tanto, por intermedio de Whymper, Napoleón esta- ba ocupado en complicadas negociaciones con Frederick y Pil- kington. La pila de madera aún estaba sin vender. De los dos, Frederick era el que estaba más ansioso por obtenerla, pero no quería ofrecer un precio razonable. Al mismo tiempo corrían rumores insistentes de que Frederick y sus hombres estaban conspirando para atacar «Granja Animal» y destruir el molino, cuya construcción había provocado una envidia furiosa en él. Se sabía que Snowball aún estaba al acecho en la Granja Pinchfield. A mediados del verano los animales se alarmaron al oír que tres gallinas confesaron haber tramado, inspiradas por Snowball, un complot para asesinar a Napoleón. Fueron ejecutadas inmediata- mente y se tomaron nuevas precauciones para la seguridad del Líder. Cuatro perros cuidaban su cama durante la noche, uno en cada esquina, y un joven cerdo llamado Pinkeye fue designado para probar todos sus alimentos antes de que el Líder los comie- ra, por temor a que estuvieran envenenados. Más o menos en esa época, se divulgó que Napoleón había convenido en vender la pila de madera al señor Pilkington; tam- bién había de celebrarse un convenio formal para el intercambio de ciertos productos entre «Granja Animal» y Foxwood. Las relaciones entre Napoleón y Pilkington, aunque conducidas úni- 86