REBELIÓN EN LA GRANJA Rebelión en la Granja-George Orwell | Page 69
la pared, debía de haber sido así. Y Squealer, que pasaba en
aquel momento por allí, acompañado por dos o tres perros, pu-
do aclarar el asunto y dejarlo en su lugar.
—Vosotros habéis oído, camaradas —dijo—, que nosotros
los cerdos dormimos ahora en las camas de la casa. ¿Y por qué
no? No supondríais, seguramente, que hubo alguna vez una
disposición contra las camas. Una cama quiere decir simple-
mente un lugar para dormir. Por ejemplo: una pila de paja en
un establo es una cama. La resolución fue contra las sábanas,
que son un invento de los seres humanos. Hemos quitado las
sábanas de las camas de la casa y dormimos entre mantas. ¡Y
en verdad que son camas muy cómodas! Pero no son más de lo
que necesitamos, puedo afirmaros, camaradas, considerando
todo el trabajo cerebral que tenemos hoy en día. No querréis
privarnos de nuestro reposo, ¿verdad, camaradas? No nos
querréis tan cansados como para no cumplir con nuestros debe-
res. Sin duda, ninguno de vosotros deseará que vuelva Jones.
Los animales lo tranquilizaron inmediatamente y no se
habló más del tema respecto a que los puercos durmieran en las
camas de la casa. Y cuando, días después, se anunció que en
adelante los cerdos se levantarían por la mañana una hora más
tarde que los demás animales, tampoco hubo queja alguna al
respecto.
Cuando llegó el otoño, los animales estaban cansados pero
contentos. Habían tenido un año difícil y después de la venta
de parte del heno y del maíz, las provisiones de víveres no fue-
ron tan abundantes, pero el molino lo compensó todo. Estaba
ya casi construido. Después de la cosecha tuvieron una tempo-
rada de tiempo seco y despejado, y los animales trabajaron más
duramente que nunca, opinando que bien valía la pena correr
de acá para allá todo el día con bloques de piedra, si haciendo
eso podían levantar las paredes a un pie más de altura. Boxer,
hasta salía a veces de noche y trabajaba una hora o dos por su
69