REBELIÓN EN LA GRANJA Rebelión en la Granja-George Orwell | Page 65
hora. Y en sus ratos libres, de los cuales disponía de muy pocos
en esos días, se iba a la cantera, juntaba un montón de pedazos
de piedra y lo arrastraba por sí solo hasta el emplazamiento del
molino.
Los animales no lo pasaron tan mal durante todo ese vera-
no, a pesar de la dureza de su trabajo. Si no disponían de más
comida de la que habían dispuesto en los tiempos de Jones,
tampoco tenían menos. La ventaja de alimentarse a sí mismos y
no tener que mantener también a cinco seres humanos inútiles,
era tan grande, que se habrían necesitado incontables fracasos
para perderla. Y en muchas situaciones, el método animal de
hacer las cosas era más eficiente que el humano y ahorraba tra-
bajo. Algunas tareas, como por ejemplo extirpar la maleza, se
podían hacer con una eficacia imposible para los seres huma-
nos. Y además, dado que ningún animal robaba, no fue necesa-
rio hacer alambradas para separar los prados de la tierra culti-
vable, lo que economizó mucho trabajo en la conservación de
los setos y las vallas. Sin embargo, a medida que avanzaba el
verano, se empezó a sentir la escasez imprevista de varias co-
sas. Había necesidad de aceite de parafina, clavos, bizcochos
para los perros y hierro para las herraduras de los caballos, na-
da de lo cual se podía producir en la granja.
Más adelante también habría necesidad de semillas y abo-
nos artificiales, además de diversas herramientas y, finalmen-
te, lo más importante: la maquinaria para el molino de viento.
Nadie podía imaginar cómo se iban a obtener todos estos artí-
culos.
Un domingo por la mañana, cuando los animales se re-
unieron para recibir órdenes, Napoleón anunció que había de-
cidido adoptar un nuevo sistema. En adelante, «Granja Ani-
mal» iba a negociar con las granjas vecinas; y no por supuesto
con algún propósito comercial, sino simplemente con el fin de
obtener ciertos materiales que hacían falta con urgencia. «Las
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