REBELIÓN EN LA GRANJA Rebelión en la Granja-George Orwell | Page 6

donde insiste sobre el «servilismo de los llamados intelectuales hacia Rusia» y asimismo, frecuentemente —con gran indigna- ción de muchos de sus lectores—, en su columna «As I Please» en el Tribune, de manera especial en la publicada el primero de septiembre de 1944, en la que expone su ira ante la general indi- ferencia provocada por la batalla de Varsovia (en la que, como es sabido, las tropas alemanas aniquilaron la resistencia polaca ante la pasividad de los rusos detenidos a las puertas de la ciu- dad). Decía Orwell: «Ante todo, un aviso a los periodistas ingleses de izquierda y a los intelectuales en general: recuerden que la deshonestidad y la cobardía siempre se pagan. No vayan a creerse que por años y años pueden estar haciendo de serviles propagandistas del régi- men soviético o de otro cualquiera y después pueden volver re- pentinamente a la honestidad intelectual. Eso es prostitución y nada más que prostitución. »Y después, una consideración más amplia: nada importa tanto al mundo en este momento como la amistad anglo-rusa y la cooperación entre los dos países, pero esto no podrá alcanzar- se si no hablamos claro y sin rodeos. » Ardua cuestión esta porque, además de los «compañeros de viaje» —y así consideraba Orwell en aquel momento a hombres como Victor Gollancz—, no eran pocos los que dudaban de si era prudente ese «hablar claro» a que aludía Orwell, ni siquiera de modo alegórico, tal y como se exponía en Rebelión en la granja. Gollancz, con quien Orwell estaba ligado por contrato, fue el primero en rechazar el libro, probablemente sin sorpresa alguna para Orwell, quien, por razones obvias, ni esperaba ni quería que fuera editado por él, pues recordaba su rechazo del original de Homenaje a Cataluña. «Debo decirle -escribía Orwell a Go- llancz que el texto es, creo yo, inaceptable políticamente desde su punto de vista (es anti-Stalin). » Por su parte Gollancz, en una 6