REBELIÓN EN LA GRANJA Rebelión en la Granja-George Orwell | Page 55
manejo de la granja, aunque sus decisiones debían ser ratificadas
por mayoría de votos. Este arreglo hubiera resultado bastante
bien a no ser por las discusiones entre Snowball y Napoleón.
Los dos estaban en desacuerdo en todos los puntos donde era
posible que hubiera discrepancia. Si uno de ellos sugería sem-
brar un mayor número de hectáreas con cebada, con toda seguri-
dad que el otro iba a exigir superior número de superficie con
avena; y si uno afirmaba que tal o cual terreno estaba en buenas
condiciones para el repollo, el otro decía que lo más adecuado
era sembrar nabos. Cada cual tenía sus partidarios y por ello en
cada Reunión se registraban debates violentos. En muchas oca-
siones, Snowball con sus brillantes discursos llegaba a conven-
cer a la mayoría pero Napoleón le ganaba, cuando se trataba de
obtener apoyo al margen de las sesiones. Hecho curioso fue el
sucedido con las ovejas quienes adquirieron la costumbre de ba-
lar «Cuatro patas sí, dos pies no» en cualquier momento, inte-
rrumpiendo con ello la Reunión. Y se notó que esto ocurría
precisamente en momentos decisivos de los discursos de
Snowball. Éste había hecho un estudio profundo de algunos
números atrasados de la revista «Granjero y Ganadero» encon-
trados en la casa y estaba lleno de planes para realizar innova-
ciones y mejoras. Hablaba como un erudito, de zanjas de desa-
güe, ensilados y abonos básicos, y había elaborado un com-
plicado sistema para que todos los animales dejaran caer su
estiércol directamente sobre los campos, y cada día en un lugar
distinto, con objeto de ahorrar el trabajo de transportarlo. Na-
poleón no presentó ningún plan propio, pero decía tranquila-
mente que los de Snowball se quedarían en nada y su actitud
era la del que parece esperar algo. Pero