REBELIÓN EN LA GRANJA Rebelión en la Granja-George Orwell | Page 43
éste, lo despertara media hora antes que a los demás, y efectuaba
algún trabajo voluntario donde hacía más falta, antes de empezar
la tarea normal de todos los días. Su respuesta para cada pro-
blema, para cada contratiempo, era: « ¡Trabajaré más fuerte! »;
era como un estribillo personal.
Pero cada uno actuaba conforme a su capacidad. Las gallinas
y los patos, por ejemplo, recuperaron cinco fanegas de maíz du-
rante la cosecha, recogiendo los granos perdidos. Nadie robó,
nadie se quejó de su ración; las discusiones, peleas y envidias
que eran componente natural de la vida cotidiana en los días de
antaño, habían desaparecido casi por completo. Nadie eludía el
trabajo, o casi nadie. Mollie, en verdad, no era muy diligente
para levantarse por la mañana, y tenía la costumbre de dejar el
trabajo temprano, alegando que se le había introducido una pie-
dra en el casco. Y el comportamiento de la gata era algo raro.
Pronto se notó que cuando había trabajo, no se la encontraba.
Desaparecía durante horas enteras, y luego se presentaba a la
hora de la comida o al anochecer, cuando cesaba el trabajo, co-
mo si nada hubiera ocurrido. Pero siempre presentaba tan exce-
lentes excusas y ronroneaba tan afablemente, que era imposible
dudar de sus buenas intenciones. El viejo Benjamín, el burro,
parecía no haber cambiado desde la rebelión. Hacía su trabajo
con la misma obstinación y lentitud que antes, nunca eludiéndo-
lo y nunca ofreciéndose tampoco para cualquier tarea extra. No
daba su opinión sobre la rebelión o sus resultados. Cuando se le
preguntaba si no era más feliz, ahora que ya no estaba Jones, se
limitaba a contestar: «Los burros viven mucho tiempo. Ninguno
de ustedes ha visto un burro muerto». Y los demás debían con-
formarse con tan misteriosa respuesta.
Los domingos no se trabajaba. El desayuno se tomaba una
hora más tarde que de costumbre, y después tenía lugar una ce-
remonia que se cumplía todas las semanas sin excepción. Prime-
ro se izaba la bandera. Snowball había encontrado en el gua-
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