REBELIÓN EN LA GRANJA Rebelión en la Granja-George Orwell | Page 41

las vacas con regular éxito pues sus patas se adaptaban bastante bien a esa tarea. Rápidamente hubo cinco cubos de leche cre- mosa y espumosa, que muchos de los animales miraban con gran interés. —¿Qué se hará con toda esa leche? —preguntó alguien. —Jones a veces empleaba una parte mezclándola en nuestra comida —dijo una de las gallinas. —¡No os preocupéis por la leche, camaradas! —expuso Napoleón situándose delante de los cubos—. Eso ya se arre- glará. La cosecha es más importante. El camarada Snowball os guiará. Yo os seguiré dentro de unos minutos. ¡Adelante, ca- maradas! El heno os espera. Los animales se fueron en tropel hacia el campo de heno para empezar la cosecha y, cuando volvieron, al anochecer, no- taron que la leche había desaparecido. III ¡Cuánto trabajaron y sudaron para entrar el heno! Pero sus es- fuerzos fueron recompensados, pues la cosecha resultó incluso mejor de lo que esperaban. A veces el trabajo era duro; los aperos habían sido diseña- dos para seres humanos y no para animales, y representaba una gran desventaja el hecho de que ningún animal pudiera usar las herramientas que obligaban a empinarse sobre sus patas tras- eras. Pero los cerdos eran tan listos que encontraban solución a cada problema. En cuanto a los caballos, conocían cada palmo del terreno y, en realidad, entendían el trabajo de segar y rastri- llar mejor que Jones y sus hombres. Los cerdos en verdad no trabajaban, pero dirigían y supervisaban a los demás. A causa de sus conocimientos superiores, era natural que ellos asumieran 41