REBELIÓN EN LA GRANJA Rebelión en la Granja-George Orwell | Page 35

Mollie asintió, pero daba la impresión de, que no estaba muy convencida. Los cerdos tuvieron una lucha aún mayor para contrarrestar las mentiras que difundía Moses, el cuervo amaestrado. Moses, que era el favorito del señor Jones, era espía y chismoso, pero también un orador muy hábil. Pretendía conocer la existencia de un país misterioso llamado Monte Azúcar, al que iban todos los animales cuando morían. Estaba situado en algún lugar del cielo, «un poco más allá de las nubes», decía Moses. Allí era domingo siete veces por semana, el trébol estaba en estación todo el año y los terrones de azúcar y las tortas de linaza crecían en los cer- cados. Los animales odiaban a Moses porque era chismoso y no hacía ningún trabajo, pero algunos creían lo de Monte Azúcar y los cerdos tenían que argumentar mucho para persuadirlos de la inexistencia de tal lugar. Los discípulos más leales eran los caballos de tiro Boxer y Clover. Ambos tenían gran dificultad en formar su propio juicio, pero desde que aceptaron a los cerdos como maestros, asimila- ban todo lo que se les decía y lo transmitían a los demás anima- les mediante argumentos sencillos. Nunca faltaban a las citas secretas en el granero y encabezaban el canto de «Bestias de In- glaterra» con el que siempre se daba fin a las reuniones. El hecho fue que la rebelión se llevó a cabo mucho antes y más fácilmente de lo que ellos esperaban. En años anteriores el señor Jones, a pesar de ser un amo duro, había sido un agricultor capaz, pero últimamente contrajo algunos vicios. Se había des- animado mucho después de perder bastante dinero en un pleito, y comenzó a beber más de la cuenta. Durante días enteros per- manecía en su sillón de la cocina, leyendo los periódicos, be- biendo y, ocasionalmente, dándole a Moses cortezas de pan mo- jado en cerveza. Sus hombres se habían vuelto perezosos y des- cuidados, los campos estaban llenos de maleza, los edificios ne- 35