REBELIÓN EN LA GRANJA Rebelión en la Granja-George Orwell | Page 30
exceptuando los suyos propios. Y entre nosotros los animales,
que haya perfecta unidad, perfecta camaradería en la lucha. To-
dos los hombres son enemigos. Todos los animales son camara-
das.
En ese momento se produjo una tremenda conmoción. Mien-
tras Mayor estaba hablando, cuatro grandes ratas habían salido
de sus escondrijos y se habían sentado sobre sus cuartos tras-
eros, escuchándolo. Los perros las divisaron repentinamente y
sólo merced a una acelerada carrera hasta sus reductos lograron
las ratas salvar sus vidas. Mayor levantó su pata para imponer
silencio.
—Camaradas —dijo—, aquí hay un punto que debe ser acla-
rado. Los animales salvajes, como los ratones y los conejos,
¿son nuestros amigos o nuestros enemigos? Pongámoslo a vota-
ción.
»Yo planteo esta pregunta a la asamblea: ¿Son camaradas las
ratas?
Se pasó a votación inmediatamente, decidiéndose por una
mayoría abrumadora que las ratas eran camaradas. Hubo sola-
mente cuatro discrepantes: los tres perros y la gata, que, como se
descubrió luego, habían votado por ambos lados. Mayor prosi-
guió:
—Me resta poco que deciros. Simplemente insisto: recordad
siempre vuestro deber de enemistad hacia el Hombre y su mane-
ra de ser. Todo lo que camine sobre dos pies es un enemigo. Lo
que ande a cuatro patas, o tenga alas, es un amigo. Y recordad
también que en la lucha contra el Hombre, no debemos llegar a
parecernos a él. Aun cuando lo hayáis vencido, no adoptéis sus
vicios. Ningún animal debe vivir en una casa, dormir en una
cama, vestir ropas, beber alcohol, fumar tabaco, manejar dinero
ni ocuparse del comercio. Todas las costumbres del Hombre son
malas. Y, sobre todas las cosas, ningún animal debe tiranizar a
sus semejantes. Débiles o fuertes, listos o ingenuos, todos somos
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