REBELIÓN EN LA GRANJA Rebelión en la Granja-George Orwell | Page 110
del honor y el privilegio de ser miembros de «Granja Animal».
Todavía era la única granja en todo el condado —¡en toda Ingla-
terra!— poseída y gobernada por animales. Ninguno, ni el más
joven, ni siquiera los recién llegados, traídos desde granjas a
diez o veinte millas de distancia, dejaron de maravillarse por
ello. Y cuando sentían tronar la escopeta y veían la bandera ver-
de ondeando al tope del mástil, sus corazones se hinchaban de
inextinguible orgullo, y la conversación siempre giraba en torno
a los heroicos días de antaño, la expulsión de Jones, la inscrip-
ción de los siete mandamientos, las grandes batallas en que los
invasores humanos fueron derrotados. Ninguno de los viejos en-
sueños había sido abandonado. La República de los animales
que Mayor pronosticara, cuando los campos verdes de Inglaterra
no fueran hollados por pies humanos, era todavía su aspiración.
Algún día llegaría; tal vez no fuera pronto, quizá no sucediera
durante la existencia de la actual generación de animales, pero
vendría. Hasta la melodía de «Bestias de Inglaterra» era segu-
ramente tarareada a escondidas aquí o allá; de cualquier manera,
era un hecho que todos los animales de la granja la conocían,
aunque ninguno se hubiera atrevido a cantarla en voz alta. Podr-
ía ser que sus vidas fueran penosas y que no todas sus esperan-
zas se vieran cumplidas; pero tenían conciencia de no ser como
otros animales. Si pasaban hambre, no lo era por alimentar a ti-
ranos como los seres humanos; si trabajaban mucho, al menos lo
hacían para ellos mismos. Ninguno caminaba sobre dos pies.
Ninguno llamaba a otro «amo». Todos los animales eran iguales.
Un día, a principios de verano, Squealer ordenó a las ovejas
que lo siguieran, y las condujo hacia una parcela de tierra no
cultivada en el otro extremo de la granja, cubierta por retoños de
abedul. Las ovejas pasaron todo el día allí comiendo hojas bajo
la supervisión de Squealer. Al anochecer él volvió a la casa, pe-
ro, como hacía calor, les dijo a las ovejas que se quedaran donde
estaban. Y allí permanecieron toda la semana, sin ser vistas por
los demás animales durante ese tiempo. Squealer estaba con
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