REBELIÓN EN LA GRANJA Rebelión en la Granja-George Orwell | Page 102

se aproximaba. No le importaba lo que sucediera, con tal que se hubiera acumulado una buena cantidad de piedra antes que él se jubilara. Un día de verano, al anochecer, se difundió rápidamente por la granja el rumor de que algo le había sucedido a Boxer. Se había ido solo para arrastrar un montón de piedras hasta el moli- no. Y, en efecto, el rumor era cierto. Unos minutos después dos palomas llegaron a todo volar con la noticia: « ¡Boxer se ha caí- do! ¡Está tendido de costado y no se puede levantar!». Aproximadamente la mitad de los animales de la granja sa- lieron corriendo hacia la loma donde estaba el molino. Allí yacía Boxer, entre las varas del carro, el pescuezo estirado, sin poder levantar la cabeza. Tenía los ojos vidriosos y sus flancos estaban cubiertos de sudor. Un hilillo de sangre le salía por la boca. Clo- ver cayó de rodillas a su lado. —¡Boxer! —gritó—, ¿cómo estás? —Es mi pulmón —dijo Boxer con voz débil—.No importa. Yo creo que podrán terminar el molino sin mí. Hay una buena cantidad de piedra acumulada. De cualquier manera sólo me quedaba un mes más. A decir verdad, estaba esperando la ju- bilación. Y como también Benjamín se está poniendo viejo, tal vez le permitan retirarse al mismo tiempo, y así me hacía compañía. —Debemos obtener ayuda inmediatamente —reclamó Clover—. Que corra alguien a comunicarle a Squealer lo que ha sucedido. Todos los animales corrieron inmediatamente hacia la casa para darle la noticia a Squealer. Solamente se quedaron Clo- ver y Benjamín, que se acostó al lado de Boxer y, sin decir palabra, espantaba las moscas con su larga cola. Al cuarto de hora apareció Squealer, alarmado y lleno de interés. Dijo que el camarada Napoleón, enterado con la mayor aflicción de esta desgracia que había sufrido uno de los más leales traba- 102