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delayer | Un entrerriano en las Rebeliones patagónicas E n 1921 la Patagonia estaba convulsionada por la huelgas de los peones, impulsada por grupos anarquistas, acontecimiento que describe Osvaldo Bayer en su libro La Patagonia Rebelde. Y en esos entreveros estuvo un entrerriano del los montes del Montiel*, Don José Font, también conocido como “Facón Grande”. Font llegó a la Patagonia alrededor de 1905, y entre otras actividades se dedicaba al oficio de carrero haciendo el recorrido entre Puerto San Julián y los lagos Posadas y Pueyrredón. Era muy habilidoso en la doma y también en la construcción de casas. Era el carrero más respetado por los estancieros por su honestidad y generosidad. Vestía como paisano, bombachas, alpargatas, ancha faja negra a la cintura con su famoso facón cruzado. El estanciero Iriarte lo había llevado de Entre Ríos como domador. Con el tiempo, logró establecerse en un campo propio en Bahía Laura, pero un comisario famoso por sus actitudes violentas lo quiso desalojar, a lo que Font hizo caso omiso. El comisario lo detuvo, lo hizo lonjear y le destruyó las instalaciones de su campo. De nuevo en libertad Font volvió a su oficio de carrero. Cuando se produjo el gran levantamiento patagónico de 1921, las peonadas alzadas lo fueron a buscar. Era el único hombre con una autoridad moral ganada por su conducta. Él se negó varias veces, tal vez previendo la tragedia y sabiendo la fuerza de los poderosos. Pero al final se largó. En él bullía la sangre calentada a lonjazos por la policía, instrumento de los que tenían y querían más. Una vez declarada la huelga, “Facón Grande” se dedicó a reclutar gente de las estancias y caballadas. Luego se fue arrimando hacia la costa. Se dio cuenta de que el dominio de la red ferroviaria de Puerto Deseado a Colonia Las Heras podría haber sido decisivo para el triunfo. Pero en ningún momento lo logró plenamente. El movimiento multitudinario se lo impidió. Fueron de un lado a otro, masivamente. Además, José Font no tenía ni don de mando ni sentido táctico ni estratégico. Él conversaba con la gente. Siempre conversaba y pedía consejos. Sin demostrar debilidad en ningún momento, pero temeroso de que los que lo han elegido crean que él quería sacar algún provecho de su situación. Una de las columnas de “Facón Grande” se dirigió a Colonia Las Heras, punto terminal del ferrocarril de Puerto Deseado. Allí la Liga Patriótica se había organizado para la defensa, mientras las mujeres y los niños emprendían viaje hacia Comodoro Rivadavia. El grupo en el que operó “Facón Grande” estaba compuesto de unos 350 a 400 hombres y maniobró en Puerto Deseado. El represor teniente coronel Varela y sus hombres los esperaban. Facón Grande viajaba en un automóvil acompañado de una columna de vehículos. Cuando vieron a los efectivos gubernamentales se dispusieron a enfrentarlos. Varela los recibió con una descarga cerrada, creyendo que eso bastaría para que los huelguistas bajaran y levantaran los brazos en señal de rendición. Pero ante su sorpresa, no ocurrió así, sino que éstos hicieron pie en tierra y contestaron con fuego de metralla, generalizándose un intenso tiroteo. En ese momento “Facón Grande” ocupó el terreno y comprendió que había luchado Imagen: Facón Grande (Wikipedia) contra el ejército y no contra la policía. El teniente coronel Varela retrocedió hasta Jaramillo. Facón Grande procuró llegar a una solución negociada del conflicto, para lo cual intervino el gerente de “La Anónima” de Pico Truncado, Mario Mesa, quien se hallaba de rehén con la gente de “Facón Grande”. Mesa conversó largamente con Varela y regresó a Tehuelches para decirle a “Facón Grande” que Varela aceptaba los puntos sugeridos pero primero exigía la rendición de todos los huelguistas y la entrega de las armas. Mesa ofreció la garantía de su palabra de que serán respetadas todas las vidas humanas. En la asamblea obrera que se realizó a continuación, “Facón Grande” aconsejó la aceptación de la propuesta de Varela. Y el 22 de RAMOS GENERALES 9