En 1887 Nikola Tesla estudió el efecto creado por Crookes, observando e informando que los rayos descritos por Crookes, podían producir efectos nocivos para los organismos expuestos de manera sostenida a ellos.
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En 1895 el físico alemán Wilhelm Conrad Röentgen realiza experimentos con los tubos de Crooken, con el fin de evitar la fluorescencia que producía la descarga catódica, observando accidentalmente que al apagarse el equipo con el que trabajaba, mismo que se encontraba cubierto por láminas de cartón negro, aparecía un destello amarillo verdoso alrededor de este, hecho que es verificado en reiteradas oportunidades, llevándolo a estudiar por varias semanas el suceso antes descrito.