La innecesaria “espiritualización” de los trastornos
mentales, llevó a la Iglesia a dejar su rol de comunidades
sanadoras, de verdaderos espacios de aceptación
y comprensión a los problemas y enfermedades del
ciudadano de a pie. Promoviendo con ello, la exclusión, el
silencio y hasta probablemente, el miedo de abrir la vida
a los demás, creando de esta forma congregaciones y no
comunidades de familias.
Creo que hoy estamos viviendo un tiempo de mejor
comprensión y más aceptación a quienes de nuestros
hermanos y hermanas están pasando por problemas de
salud mental. Ya no se les mira en un rango inferior, ni se
les juzga con frases evangélicas añejas como: debe orar
más; debe depender más de Dios; lea más la Biblia; debe
tener algún pecado oculto; debe dejar que Dios haga la
obra, etc. Creo que ya comenzó un cambio.
Esta nueva realidad que algunos ya están
experimentando en sus congregaciones, individualmente
nos lleva a comprender las implicancias y ramificaciones
que tienen, respecto de los fármacos (por los
desequilibrios químicos), vida cristiana, condiciones
ambientales, predisposiciones genéticas, entre otros.
No debemos de dejar de comprender nuestro entorno
adverso, con los efectos nocivos que pueda tener
un trabajo insano, jornadas laborales extenuantes,
relaciones tóxicas, pocas horas de sueños, las propias
experiencias traumáticas que nos puedan golpear. Jesús
nos dijo anticipadamente que en el mundo tendremos
aflicciones (Jn. 16:33), y sin duda que las hay, pero
también sabemos, y es nuestra fe que Jesús estará con
nosotros siempre.
No creo que será un camino fácil. Amar a quienes están
pasando por crisis de tipo mental, es diferente a hacerlo
con quien está sufriendo un dolor de hombro o de rodillas.
Este tipo de relaciones, nos confronta con nuestro propio
carácter, con nuestra propia capacidad de comprender
a ese otro ser humano que necesita de ayuda. Pero con
toda esa necesidad, la Iglesia debe entender que no
siempre tendrá todas las respuestas y herramientas,
y que necesitará acudir a profesionales del área para
entregar un apoyo integral de verdad.
Mientras todo eso pasa, no dejemos de hablar sobre los
trastornos mentales, capacitémonos, ofrezcamos una
amistad sincera y dejemos que Dios use nuestras vidas
como un instrumento de sanación en medio de nuestras
comunidades de fe.
alfa-piebs.cl
7