Entre los criterios utilizados para diagnósticar el síndrome se incluyen los siguientes:
a. Tics motores y vocales presentes, aunque no necesariamente al mismo tiempo.
b. Los tics ocurren varias veces al día, casi todos los días o intermitentemente, durante más de un año.
c. Los tics comenzaron antes de los 18 años.
d. Los tics no son consecuencia de medicamentos, otras sustancias u otro trastorno médico.
e. Los tics deben cambiar con el tiempo en ubicación, frecuencia, tipo, complejidad o gravedad.
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Antecedentes del desarrollo
Al realizar una evaluación al paciente, es importante observar cualquier signo de tics y afecciones coexistentes, como ansiedad, trastorno obsesivo compulsivo o trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Preguntar sobre antecedentes familiares de tics y otras afecciones neuropsiquiátricas es fundamental al estar en el proseso de diagnóstico del paciente. Muy amenudo, los pacientes ya fueron evaluados por alergistas por síntomas como estornudos o carraspeo, o probablemente hayan ido a un oftalmólogo por el pestañeo. Los síntomas conductuales suelen clasificarse erróneamente como perturbaciones emocionales o comportamientos para llamar la atención.
Muchos proveedores de atención médica siguen suponiendo equivocadamente que la coprolalia es necesaria para poder diagnósticar este síndrome. Todo esto origina demoras en el arribo de un diagnóstico exacto. Una comprensión cabal del síndrome puede implicar que se identifique con más celeridad y se brinde la atención adecuada a su paciente.