QUE BONITO ES MANZANILLO NUMERO 21 | Page 19

ti, mi Ciprianito.

No le digo don Cirpiano –intervino don Chón – si luego, luego se nota, la madera vieja arde mejor.

Si don Chón – doña Fina no le permitió a don Cipriano hablar- ya ves cómo me trata este desalmado, quien bien te quiere, te hará llorar; y este galancete, tiene tan frío el corazón que me saca las lágrimas, mire se me brincan solitas de los oclayos.

¡Que corazón tan frío, tiene usted! – dijo don Chón dirigiéndose a don Cirpiano

¡Bájenle los dos!... Fina, no me estés cotorreando que luego me lo puedo creer y no te la vas a acabar. Y tu viejito, vas a sacar boleto y luego no te arrugues cuando te la regrese en las noches de danzón cuando estés con la susodicha.

¿Noches de danzón? Hay, ya ves que si eres muy cruel conmigo Ciprianito, ¿Por qué no me has invitado a bailar? Sabes que soy re buena pa´sacarle brillo al cinturón.

¡Que no me digas Ciprianito!, soy Cipriano y anzina quiero que me digas.

Mi colmenita querida, a ti te digo lo que me pidas.

Don Cipriano ya no pudo aguantar más, se puso muy colorado y empezó a tartamudear.

Ah, tan, tam, tampoco…

Bien, bien mi campanita –dijo don Chon – tranquilízate, porque te va a dar el soponcio, y apechuga, que siempre le has gustado a la Fina.

Don Cipriano le hizo caso a su amigo, inspirando profundo y espirando lentamente inicio a hablar- Doña Serafina, usted también me gusta mucho y sería un honor para mí, que usted aceptara acompañarme a la noche de Danzón – terminando de hablar inspiró profunda y ruidosamente como si hubiera estado bajo el agua.

¡Y… Ay jajaja, ajúa, y no te revientes riata, que es el último estirón!- grito alegremente don Chon.

Doña Fina, abrió los ojos como platos, las mejillas se le arrebolaron profundamente, de repente se sintió desguanzada, como que le fuera a dar el soponcio, pero siendo la dama que era, no permitió que en su voz se reflejara que ahora ella era la chiveada y respondió despacio- Don Cipriano, acepto con entusiasmo su caballerosa invitación, y compartimos el honor que su invitación reclama.

Don Cipriano, sentía que le ardían las orejas que estaban muy coloradas, se sentía ligeramente mareado, ya sin tartamudeo alguno y con una seguridad en la voz que estaba muy lejos de ser verdad dijo- Gracias Doña Fina, si le parece y no existe inconveniente de su parte, pasaré por usted a las 7:45 horas de la noche.

Lo esperare con paciencia don Cipriano.

El tercero en discordia vino a romper el mágico momento- Pero Fina, amarras a los perros y sobre todo le avisas a tus hijos que aquí mi amigo apenas puede caminar y aun se recuerda la corretiza que le pusieron tus hijos la última vez que fue a tu casa.

De mis hijos no te preocupes Cipriano –dijo doña Serafina, respondiendo a lo dicho por don Chon pero dirigiéndose a don Cipriano – soy una mujer independiente, soltera… bueno, viuda que es lo mismo y sobre todo vivo sola, por lo que solo voy a amarrar a Pulgarcito pa’que este sosiego y ya’stubo, una visita es un abono.

Pues mi amigo Cipriano, más hace el que quiere que el que puede… y tú te acabas de llevar el primer premio- dijo don Chon contento.

Si lo de primer premio fue un intento de elogio para mí y para don Cipriano, como amigos te lo tolero, pero nunca olvides que yo no soy premio de nadie – dijo doña Fina dirigiéndose a don Chon.

Eh… si gracias amiga, y me disculpo y corrijo, mi buen amigo tenía una obra empezada medio acabada y por fin la musa le susurró al oído, que digo susurro, si casi lo despeino para que se animara a invitarle a usted Finita; y es que corazón apasionado no quiere ser aconsejado, pero por fin sucedió y después de tantos años.

Se dice que todo hombre necesita un empujoncito – dijo doña Fina, conciliadoramente

Si pero este viejito necesitaba un empujonsote.

Bueno, bueno, ya bájenle de volumen que estoy presente, no olviden que lo bueno y lo rápido raramente coinciden.

Si… pero al que madruga Dios lo ayuda. Dijo don Chon sonriendo

Quien se fue sin que lo corran, regresa sin que lo llamen- tercio doña fina con una mirada pícara- y bueno, sabía que aquí los encontraría y no me equivoqué.

Y… viejo que baila, mucho polvo levanta – vas a ver don Chon la polvareda que vamos a levantar doña Fina y tu servidor.

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