QUE BONITO ES MANZANILLO NUMERO 19 | Page 5

Moroña se preguntaba por qué y aunque ella pensó que no había mas llanto en sus ojitos, éste silenciosamente se deslizaba por los belfos de tan noble animal, quien, con un lengüetazo, lo quitaba, como para conjurar esa infinita tristeza que le invadía no solo el alma, si no también el pensamiento positivo… -no sé si los perros tengan pensamiento positivo- pero de repente a Moroña le dieron ganas de ladrar, de gruñir y de morder, de morderle el corazón a quien le hacía daño y buscó… buscó con ahínco y encontró! Efectivamente era otro bar, otra música, otros vinos y…otra perra que brincaba y daba cabriolas ante los ojos emocionados de Nicanor… ¡pobre Moroña! Toda la rabia que llevaba se trastocó en dolor y cayó derrumbada, con las ideas perdidas, el corazón turbado, acobardada…

Ya no más esa voz que amaba, no más las caricias que la transportaban a otros mundos, ya no más la predilección que la nutría… se quedó pasmada ante la seguridad de su pérdida, de su soledad, así estuvo por varios días…apabullada… el silbato del tren a lo lejos, la despertó de su marasmo y corrió hasta llegar frente a la máquina, -imponente férrea- y con la mirada suplicante, húmeda, le pidió que horadara sus entrañas para buscar el por qué, que ella en sus noches de desvelo, no encontrara…y lanzando un aullido tan profundo que rompió de la noche su silencio, se fue Moroña en su incansable búsqueda. Y en ese aullido lastimero y triste, con el vacío que el eco agranda, como emulando al amor de sus amores, parecía decir…“graaaacias, un beso”.

QUE BONITO ES MANZANILLO / JUNIO 12, 2014 5

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