DENUNCIA
DE UN CRIMEN
Denuncia de un Crimen
Denuncia de un Crimen
Por Oscar Hernández
Aquella tarde deambulaba en el balcón como si este fuera interminable, cada paso que daba lo meditaba con el sudor bajando por mi frente por la humedad característica del puerto, la angustia me envolvía como un deber de milicia cuando se tiene que ir a la guerra, era la hora del ángelus y a lo lejos brotaba el sonido de las campanas, fui bajando lentamente cada escalón hasta alcanzar la calle, corrí como si fuese perseguido por no sé que tantos demonios de esos que en la infancia nos atormentan, subí aquel enorme cerro como queriendo acortar aquella distancia que me separaba del objetivo, así empecé a descender con la camisa mojada por el sudor, jadeante y sin detener mi andar observe en la parte baja el departamento de policía, alguna vez cruce por esa vereda rumbo a casa y debo confesarlo sentía una especie de miedo por saber quiénes moraban el lugar.
Continué bajando los escalones como si el paso fuera interminable, vi al oficial regordete y somnoliento por el calor de verano, la gorra puesta sobre su cara, como esperando paciente algún huésped efímero, de esos que solo entran a pagar con la barrida de la calle sus multas, a su
lado un viejo ventilador que producía más ruido que el aire que refrescaba, mire a todos lados como reconociendo terreno en caso de una huida improvisada, y finalmente no se si el sudor era por lo agitado de mi carrera o el temor de quedar atrapado donde tantas historias sabia del lugar, me decidí.
1979
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Que Bonito es Manzanillo