QUE BONITO ES MANZANILLO NUMERO 14. | Page 14

Los Dichos de los Viejitos…

Don Chon caminaba apresuradamente, aunque cualquier otra persona no juzgaría su andar como rápido. Caminaba ayudado por su “burrita” a la que le habían puesto una punta de hule para que no resbalara; los adoquines ahora lucían una alfombra morada, tapizados de flores de las Jacarandas que protegían el lugar de los rayos bravos del sol.

Don Chon disfrutaba del ambiente, y casi se tropieza al tratar de evitar pisar a una abeja que revisaba las flores caídas por si aún tenían algo de néctar; después de recuperar el equilibrio esperó unos segundos y aprovecho para mirar sobre su cabeza, las jacarandas aún tenían muchas flores, y su corazón brinco de alegría al descubrir a un par de colibríes que volaban mágicamente de flor en flor.

Al aproximarse a su lugar preferido divisó a don Cipriano que contrario a la costumbre estaba acompañado por un jovencito y platicaba haciendo gestos con la mano izquierda.

Buenos días les de Dios!- dijo don Chon al llegar hasta don Cipriano y su acompañante

-Buenos días don Chon, que bueno que ya llegó, estaba a punto de ponerle tache, porque se pasó de los 10 minutos de tolerancia.

-Buenos días -dijo el muchacho con una sonrisa de oreja a oreja y en tono muy jovial

-Don Chon termino de sentarse en su apreciado asiento y después de suspirar se apoyó en su bastón para mirar a ambos con ambas cejas levantadas como esperando algo-

-¿a poco ya no te acuerdas de aquí el joven a mi derecha?

-Pues más vale tarde que nunca y… la verdad no lo he visto en el calendario, claro que tampoco lo he buscado, y tampoco se parece a mí, digo con todo respeto, por lo que… ¡no, no me acuerdo de este joven!

-Ah que don Chon ¡pue es Juanito!

-¿Juanito?... ¿Cuál Juanito?

-¡Pues Juanito el novio de Sarita!

-¡Ah, bueno…!- contesto don Chon con un tono irónico- ya párele a sus bromas porque me está haciendo enojar y luego con muina no hay quien me pare 

-Si, lo conozco, lo conozco; usted es de esos de, y ábranla piojos que áhi les va el peine.

Por Dr. Dagoberto Javier Tortolero Santillana

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