QUE BONITO ES MANZANILLO NUMERO 13 | Page 5

que bonito es manzanillo

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La familia de Juan fue a buscar a Severiana para reclamarle que por su culpa habían golpeado a Juan, y lanzándole los más crueles improperios, la humillaron frente a los transeúntes que aletargados por el calor, caminaban lento en la plaza de armas del pueblito. Enterándose de esto los padres de la muchacha quienes llenos de vergüenza y deshonor, golpearon a la chica tanto como su desesperación lo permitió…

A la mañana siguiente encontraron a Severiana colgando de un árbol… no pudo soportar la ignominia y se suicidó… los murmullos cesaron, el padre de la muchacha se fue del pueblo, la familia se desgajó ante las habladurías insanas iniciadas por el odio y la envidia…

La vida transcurrió generando silencios entre la gente, nadie quería siquiera comentar lo sucedido… y Cipriano, tomaba y tomaba alcohol, en cantidades incontrolables, hasta que su familia recurrió al párroco de la iglesia a pedir ayuda para él… así, el padre Benito, iba a la casa de éste cada tarde y lo encontraba sumido en un silencio mas profundo que el mar, no reía, no lloraba, no hablaba, parecía que la tristeza se había apoderado de su corazón y su vida… poco a poco, tarde con tarde, el padre Benito fue rompiendo esa espesa niebla en que estaba sumido el hablador resentido, hasta que una de ellas, comenzó por llorar, mucho, sollozando de forma ruidosa, ante el benévolo silencio del clérigo, para después iniciar con una confesión terrible, que todo lo dicho en la ceremonia de petición de mano de Severiana, había sido falso, que había surgido del despecho y de la envidia, que solo habló el hombre que no se había atrevido a manifestar su amor a la muchacha… que solo habló la amargura retenida en su pecho por años…el celo de macho frustrado por la ausencia de correspondencia en el amor, y cayó de rodillas pidiendo perdón al cielo y a Dios, por la infamia cometida…

Esa tarde, el sol, se tiñó aún más de rojo, y parecía que quería incendiar el monte antes de irse…

El Padre Benito, sorprendido y triste por tan amarga confesión, le preguntó a Cipriano que si realmente estaba arrepentido, quien entre llanto y sollozo le contestó que si, que pedía perdón por su falta y que quería, a como diera lugar, reparar el daño causado…, entonces el padre, lanzando un suspiro, le dijo, ven hijo, ven conmigo, y lo llevó hacia la iglesia, caminaban lentamente, como si todo el peso del universo cayera sobre sus hombros… llegaron a la casita en

donde el padre vivía y tomó éste, una almohada de pluma, subieron a campanario, dieron un toque de campanas para que saliera de sus casas, toda la población, y una vez, todo afuera, el párroco abrió la almohada por un costado, lanzando todas las plumas al aire, que con su fuerza vespertina, las hacía volar por todas direcciones… cuando vieron que ya no quedaban plumas volando, le dice el padre, Cipriano, el perdón que pides, te lo daré cuando llenes de nuevo esta almohada, con las mismas plumas que ahora desperdigó el viento, e muchacho, sorprendido por esa petición le dijo, “padre, eso es imposible!!!, puedo recoger muchas, pero otras tantas quedarán perdidas…” así son las palabras Cipriano, esas palabras que dijiste aquella noche, fueron oídas y desperdigadas por muchas personas… aunque expliques la falsedad de tus dichos, siempre habrá alguien que no los escuche y siga por ahí repitiéndolos, además el daño que causaron no tiene reparación, tu ya sabes por qué… el perdón que me solicitas, solo Dios puede dártelo, el es misericordioso…

Este cuento nos hace reflexionar sobre lo letal que resulta la difamación que perjudica a una persona, o a su familia, cuando ésta es objeto de la ira el rencor, la frustración o la envidia de los que utilizan la maledicencia en su contra.

Además de letal, es una acción repugnante y cobarde, por que deja al objeto de su felonía, completamente indefensa, siendo el daño que produce el que difama, de imposible reparación moral. Cuidemos nuestra boca, es arma poderosa.