Psicología, Deporte y Actividad Física. Investigaciones Aplicadas | Page 78
Sin embargo tampoco es adecuado utilizar como único indicador el cambio que pueda haberse
producido en un proceso interno, como el volumen de la atención, la velocidad de reacción o
la mejoría de los estados anímicos. Lo apropiado es apelar a indicadores del producto de la
actividad, los cuales se obtienen de los momentos determinantes del proceso de interacción
sujeto-objeto de ese deportista: uno de ellos podría ser la cantidad de rebotes ofensivos y
defensivos en los que el deportista se ve involucrado durante un partido. Si la cantidad de
ellos se incrementa significativamente, la mejora podría atribuirse con más legitimidad al
tratamiento psicológico realizado.
Hernández-Mendo (2001), se refirió a la intervención psicológica en el deporte de rendimiento
de una manera certera: “Intervenir como psicólogos en el deporte es distinto a otros tipos de
intervención... Las actitudes, normas, valores, procedimientos y estrategias de la intervención
clínica aquí no sirven, y no sirven porque las personas con las que hemos de trabajar no tienen
-en general- trastornos de conducta, no son pacientes”.
Nieto y Olmedilla (2001), refieren que “… cuando hablamos de entrenamiento psicológico en
el ámbito del deporte, estamos refiriéndonos a la intervención que desde la psicología
realizamos en el marco del entrenamiento deportivo; éste, incluye cuatro grandes áreas de
trabajo: técnica, táctica, física y psicológica. Una de las cuestiones cruciales de toda
intervención psicológica es la de insertar ésta… en el desarrollo mismo del entrenamiento
deportivo”.
Por su parte, Buceta (1998) concibió la realización de tareas por parte del psicólogo, conforme
a las etapas de entrenamiento, con lo cual se acercó conscientemente al enfoque que monta al
psicólogo sobre el plan de trabajo que diseña el entrenador contemporáneo.
Hernández-Mendo (2001) por su parte, consideró que la intervención psicológica debe ser
planificada, y mediada por varios factores: atleta, especialidad que se practique (nótese la
consideración implícita del concepto actividad), nivel de ejecución, planificación de los
entrenamientos, tipo de relación que se mantiene con el entrenador, entorno emocional y lugar
de la intervención.
Una idea debe prevalecer a estas alturas: la psicología del deporte es una ciencia aplicada, y
como tal debe utilizar el método científico, capaz de deducir hipótesis y de ganar en
predictibilidad, tanto en el ámbito del psicodiagnóstico como en el de la intervención. En este
sentido, es importante utilizar implementos tecnológicos que contribuyan a realizar
evaluaciones e intervenciones que hagan uso de variables dependientes verificables.
Las técnicas de registro psicofisiológico son parte de un sistema de evaluación global
deportivo (Olmedilla, Garcés, y Nieto, 2002) en el que se utilizan cuestionarios, test y
registros de observación, que nos brindan información acerca de lo que el deportista dice o
hace. Pero, al interactuar con el contexto, el atleta se mantiene en un estado de constante
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