Psicología, Deporte y Actividad Física. Investigaciones Aplicadas | Page 20

Violencia social y violencia en el deporte Es claro que la violencia no es un fenómeno exclusivo del deporte, como hecho social se manifiesta en todas las esferas de la vida, por tanto la violencia es un fenómeno social no deportivo, más el deporte no existe fuera del contexto social. Ese presupuesto permite realizar la distinción entre los actos violentos “en el juego” y los que se producen “en torno al juego” (la violencia que se desata en las gradas o fuera de los campos deportivos), pero asociada al propio deporte y las pasiones que despierta, Lo más censurable es que en ocasiones los protagonistas del hecho deportivo participan de esos episodios violentos. El análisis de la violencia asociada al deporte es marco de reflexión para otro debate, en este trabajo, se discute sobre la violencia al interior del deporte de combate, o sea la que está implícita en la esencia del mismo. La evolución de los deportes de combate ha seguido el mismo esquema socializador de la humanidad, lo que significa que la violencia en ellos se viene reduciendo considerablemente a medida que se consagra la filosofía humanista en el deporte. Incluso los propios deportes de combate pueden paradójicamente poner coto a las manifestaciones de violencia incontrolada de los atletas y entrenadores; sin dudas, pueden convertirse en poderosos medios para la reducción planificada de los comportamientos violentos y agresivos que fuera de la competencia o usados sin respeto a las normas, que son considerados actos antideportivos. La esencia de este contradictorio proceso formativo radica en la sustitución de la violencia irracional por la impetuosidad controlada, por una disciplina deportiva, donde la agresividad, la lucha, la rivalidad constituyen elementos consustanciales. ¿Es este un proceso espontáneo? ¿Matricular a un gimnasio y el desarrollo de la maestría deportiva en cualquier deporte de combate garantiza automáticamente el control de la impetuosidad del atleta fuera del mismo? Son esas algunas preguntas importantes que deben responderse los entrenadores en este sentido. ¿Cómo fomentar el espíritu no violento en un deporte de combate? Las recomendaciones que se ofrecen al final de este epígrafe pueden servir de pauta a los entrenadores y directivos de estos deportes. Ellas están sustentadas en la conclusión que se deriva de la discusión teórica anterior. La esencia de esa discusión parte de reconocer que el ser humano no nace dotado para un comportamiento violento, sus condiciones físicas son insignificantes si se le compara con otras especies de animales: ni afilados dientes, ni garras poderosas son patrimonios del hombre. No se nace preparado para ejercer la violencia, consciente o inconscientemente el comportamiento violento es aprendido, las condiciones de marginalidad social son contextos favorables para aprender esos estilos violentos de solución de conflictos (no es casual que algunos entrenadores seleccionen sus talentos en esos contextos sociales) Cuando un animal es dotado por la naturaleza de mecanismos para ejercer la violencia, es portador, al mismo tiempo, de un poderoso instinto de inhibición de su agresividad hacia sus congéneres (conservación de la especie). 12