Por otra parte, también existen muchos criterios que pueden auxiliarnos a determinar cuando estamos en
presencia de la normalidad psíquica.
A continuación se enuncian algunos criterios de salud mental o de normalidad psíquica que señalan un
adecuado funcionamiento mental:
Sentido propio de la identidad y la cohesión interna, que va unido aun
conocimiento de uno mismo, de las propias motivaciones, deseos y emociones.
Sentido de la autoestima, ajustado a la realidad. Significa sentirse satisfecho y en
paz con uno mismo, con el desarrollo de su “Yo ideal” que sirve de referencia
para la evolución en continuo perfeccionamiento personal.
Sentimiento de seguridad, de ser aceptado en el mundo social.
Capacidad para aceptar y dar afecto.
Responsabilidad hacia el grupo social y familiar en el que el sujeto se
desenvuelve.
Capacidad-no problematizada- de lograr una satisfacción de las necesidades
biológicas: hambre, sexualidad, sueño y descanso, etc.
Capacidad para ser productivo y sentirse creativo y feliz en lo cotidiano.
Desarrollo de un sistema axiológico, coherente y aceptado con responsabilidad.
Ausencia de tensión y de hipersensibilidad.
Presencia de un firme anclaje en la realidad, sin percepciones distorsionadas, de
la misma ni expectativas no adecuadas a ella.
Resistencia al estrés y a la frustración. En función de la existencia de
mecanismos de defensa del Yo y su capacidad de enfrentarse eficazmente con
los conflictos.
La conducta anormal
Hansell y Damour señalan los siguientes conceptos centrales que debemos tomar en cuenta para poder definir la
anormalidad:
La importancia del contexto para definir y entender la anormalidad[editar]
Sólo podemos etiquetar una conducta como anormal si consideramos el contexto situacional en el que ocurre;
las conductas que son normales en un contexto determinado podrían ser consideradas anormales en otro.
Además, la conducta anormal es generalmente más entendible cuando es vista en el contexto de la historia de
vida y los acontecimientos vitales de la persona. Finalmente, las variables del contexto demográfico como la
edad, el género, la cultura y la clase social influyen en la definición, clasificación, explicación y tratamiento de
las conductas anormales.
El continuo entre la conducta normal y anormal
Los síntomas emocionales y conductuales ocurren dentro de un continuo que va de lo menos a lo más severo, y
muchas formas de anormalidad son versiones exageradas de sentimientos y conductas normales. La línea
divisoria entre las conductas normales y anormales nunca está enteramente claro, pero el campo de la Psicología
Anormal ha desarrollado criterios que nos ayudan a hacer esta distinción.
El relativismo histórico y cultural al definir y clasificar la anormalidad
La definición y clasificación de la conducta anormal varía considerablemente a través de los diferentes periodos
históricos y las diferentes culturas. Como resultado de ello, no podemos hacer afirmaciones universales y